El avance, no avance, del coche eléctrico

El caso de Tesla es un buen ejemplo de la imposibilidad del coche eléctrico como única alternativa a los vehículos con motor de combustión interna. El fabricante americano es en la actualidad un símbolo que muchos nos venden como el adalid de un cambio irreversible, sobre todo aquéllos que pregonan la prohibición del coche impulsado a gasolina (la UE ha prohibido la venta de coches de gasolina o diésel a partir del año 2035 con la salvedad de la todavía carísima gasolina «sintética»). Tesla publicó recientemente resultados y la interpretación de éstos dice mucho del fondo de esta cuestión.

Cómo fueron los resultados de Tesla

Aunque su precio  en Bolsa se haya casi triplicado desde comienzo de año (cosas de la Inteligencia artificial y de los Magnificent 7 tech stocks a los que me refería en este blog hace dos semanas), las acciones de Tesla acumulan más de un -11% de caída desde mediados del mes de julio a pesar de unos resultados mejores de lo esperado. Sucede que el anuncio del descenso de márgenes y el incumplimiento en los objetivos de producción pesaron demasiado, por el lado negativo, sin llegar a compensar el sentimiento «siempre alcista» ligado a su mediático y controvertido líder Elon Musk.

Preguntado éste sobre los márgenes brutos tras los recortes de precios (Tesla ha lanzado últimamente un modelo «barato» por algo menos de 50.000 euros) y por las mejoras en la fabricación en un futuro próximo, Musk eludió las cuestiones y prefirió centrarse en el aumento de la autonomía. No obstante, parece que en el tan aplaudido mundo de las baterías también puede haber contratiempos.

El mito del coche eléctrico

Coincido con la visión de Fernando del Pino Calvo Sotelo, economista y empresario cuyos artículos acostumbra a publicar Expansión, que citaba a Vaclav Smil, reconocido experto en energía y medioambiente, quien no duda en afirmar que «el mito de que el futuro pertenece a los coches eléctricos es una de las ideas equivocadas de la era moderna energética». Hay  causas evidentes, las describía en profundidad el citado del Pino, para poner en duda el coche eléctrico como la única y más eficiente, energética y medioambientalmente, alternativa para desplazarnos:

–        Aunque se incrementa poco a poco, los coches eléctricos tienen de media una autonomía de 300 km., la mitad que los vehículos tradicionales. El elevado peso de las baterías es un lastre estructural (un coche eléctrico pesa un 50% más que el equivalente de gasolina).

–        La vida útil de las baterías es limitada y su ampliación es difícilmente compatible con el aumento de la autonomía.

–        Existen cuestiones medioambientales sin resolver alrededor de las baterías de litio y su intensivo uso de cobalto conlleva serios interrogantes éticos (la República del Congo, donde la explotación infantil en el trabajo en las minas es frecuente, es el principal productor mundial). Minas, por cierto, mayoritariamente de propiedad china.

–        Una migración masiva del parque automovilístico privado hacia el coche eléctrico reduciría el CO2atmosférico de forma muy limitada debido a que la fabricación de coches eléctricos es muy intensiva en uso de CO2, más que la de coches de combustión, tanto por las baterías como por su mayor uso de acero y aluminio. Por no hablar del incremento de la demanda de electricidad, generada, entre otras fuentes, por energías fósiles.

En resumen, más factura eléctrica, mayor coste de construcción y precio de venta al público y menor vida útil, llevan, como mínimo, a poner en duda el carácter «100% verde» del vehículo eléctrico y su consideración por muchos como la solución de la contaminación del planeta.

Entonces, ¿los automóviles van a seguir utilizando sine die los combustibles de origen fósil?

No. Tanto los fabricantes de automóviles como las grandes petroleras, siempre por delante en investigación y grupos de presión o lobbies, están convencidos de ello (no hay más que leer las declaraciones de sus directivos). E igualmente lo están de que la solución no es el coche eléctrico. Éste estará cada vez más presente en grandes ciudades y se usará para desplazamientos cortos, pero no será el sustituto del coche con motor de combustión interna.

El motor de combustión interna con hidrógeno en vez de gasolina o los carburantes sintéticos obtenidos de fuentes de energía no fósiles, parecen ser los mejores situados en una carrera a la que le queda mucho más camino que el que determinan las agendas de nuestros políticos quienes prefieren ignorar, guiados casi siempre por intereses espurios, que la obligada y deseada transición energética es mucho más que coches eléctricos y generación solar y eólica.

Asesórense bien y sean prudentes.

P.D.: La inversión extranjera aguardará a que se forme Gobierno para decidir operaciones estratégicas, es decir, los grandes Fondos y la banca de inversión esperarán a que se aclare el panorama político para tomar decisiones sobre operaciones en España. ¿Qué harían ustedes si el Gobierno francés pudiera pactar una escisión con los separatistas corsos o el italiano con la región de Lombardía?

http://www.icapital.es

twitter: @GSantos_A