S&P y Nikkei en máximos históricos, ¿hasta aquí?

Realmente, en la Bolsa japonesa no es máximo histórico pero el índice Nikkei 225, impulsado últimamente por la subida de la cotización de las acciones de la financiera/tecnológica Softbank, ha alcanzado su nivel máximo de los últimos 34 años. Para muchos, qué duda cabe, es máximo histórico. Llevo recomendando con insistencia este mercado de acciones, líder en rentabilidad en 2023, desde hace más de un año. El índice de Bolsa de EEUU S&P 500, por su lado, superó la marca simbólica de 5.000 puntos. ¿Hasta dónde seguirá esto? Dejaré hoy aparte la Bolsa japonesa que, con un comienzo de año fulgurante y un alza de más del 230% desde que escribía esto sobre su oportunidad de compra hace ya unos años, todavía conserva su atractivo como inversión. Analizaré, de manera muy resumida, lo que puede pasar en los mercados de acciones americanos.

Sobrevaloración, sobrecompra y burbuja

El antetítulo describe alguno de los lugares comunes en el mundo del análisis financiero durante los últimos trimestres: el debate sobre lo caros que estaban los mercados de acciones estadounidenses, sobre todo el S&P 500 y especialmente las grandes empresas tecnológicas que aúpan al índice y suponen gran parte de su rentabilidad por su elevado peso, como explicaba aquí hace unos meses. Lo anterior nos hacía reducir progresivamente peso en la exposición a la Bolsa americana pero las alzas han continuado. En estos momentos, creo que la situación ha cambiado.

La economía USA no para de sorprender dentro de un ciclo global favorable…

Las buenas noticias alrededor de la marcha del ciclo en EEUU con una creación de empleo que se mantiene sobresaliente y unos resultados corporativos del cuarto trimestre más que satisfactorios brindan nuevo impulso a las bolsas. Y es que los mercados siguen poniendo en precio un escenario positivo para el crecimiento (como predicen organismos internacionales como el FMI) y a él se suma el sentimiento inversor.

No obstante, muchos piensan que los tipos de interés continúan sin reflejar que las buenas noticias pueden traer consigo nuevas presiones inflacionistas. Yo no las espero ya que la deflación que importamos de la deflacionista China y los avances en robótica e Inteligencia Artificial van a ayudar a prolongar la relajación del nivel de precios. Es por eso que las expectativas de una rebaja de tipos por parte de la Reserva Federal (Fed) para la reunión de mayo siguen por encima del 60%, algo que me temo es poco probable de mantenerse unos datos macro tan saludables como los de enero. Lo anterior podría defraudar las expectativas de muchos inversores sobre una Fed aplicando bajadas de tipos aceleradamente (sólo una debacle en los datos de empleo motivaría esa postura y tal accidente no se espera en absoluto) y esa parsimonia en la esperada relajación monetaria sería negativa en el corto plazo para las Bolsas.

Con todo, el giro hacia la laxitud en política monetaria ya ha comenzado en el mundo (grandes países latinoamericanos bajaron tipos recientemente y el BCE está deseando hacerlo); en EEUU, Powell dijo hace unos días que sólo necesitaba una continuación de la tendencia de caída de la inflación de la que llevan disfrutando durante los últimos seis meses. Mi conclusión es que el próximo junio, salvo sorpresa negativa en los precios por problemas geopolíticos, veremos cómo comienza el ciclo de bajadas de tipos después de los 525 pb de subidas decretadas por la Fed entre 2022 y 2023.

…e igualmente sus grandes empresas

La publicación de resultados del 4T-23 ha sido positiva para las grandes tecnológicas y, en general, para todo el mercado. De hecho, un 80% de las compañías incluidas en el S&P 500 han superado las previsiones del consenso en lo que a beneficios se refiere y, lo que es más relevante para nuevos inversores, el mercado conserva intactas las favorables proyecciones de los analistas para 2024.

Mirando únicamente a las «7 magnificas», después de los positivos resultados de Netflix y los más bien negativos de Tesla que juega otra liga, los publicados por Alphabet, Apple y Microsoft no fueron malos partiendo de que las expectativas eran elevadas. Culminaron el buen hacer tech las publicaciones de Meta y Amazon que fueron realmente brillantes y evidenciaron sus esfuerzos de reducción de costes y disciplina de capital lo que, junto al fuerte aumento de las recompras de acciones y el primer dividendo de la historia en Meta, acabó de impulsar sus cotizaciones y con ellas las de los principales índices bursátiles estadounidenses. No olvidemos que la suma de Microsoft, Alphabet, Apple, Amazon y Meta representa una cuarta parte del S&P 500.

Fue llamativo que la Bolsa reaccionara negativamente con Apple y, sobre todo, con Tesla (-25% desde comienzo de año), siendo ambas compañías las que más presencia (y competencia) tienen en (y de) China. Parece que a las empresas con menor competencia en Asia les van mucho mejor las cosas en este mundo de exceso de oferta, con una China deflacionista y con los citados avances en inteligencia artificial. Todo ello podría traer de nuevo un entorno de inflación muy baja que sería propicio para las grandes tecnológicas. Eso sí, no igual de favorable para las cuentas de resultados de todas: la dispersión entre sus estimaciones de crecimiento se refleja en las expectativas de ingresos para este año que publica Bloomberg que van del +119% para Nvidia hasta el -7% para Amazon.

El conundrum de First Trust

Me he referido ya en otras ocasiones al analista americano del antetítulo. Lo vuelvo a hacer para intentar sintetizar al máximo la visión que, actualmente, considero más adecuada para la inversión en los mercados de acciones estadounidenses. El conundrum o problema es el siguiente:

–        Si el vigor económico permanece y se extiende en el tiempo el crecimiento, la Fed retrasará lo que pueda las bajadas de tipos, al menos durante más tiempo de lo que espera el mercado, lo que sería un obstáculo para las Bolsas pues podrían anticiparse menores beneficios corporativos futuros.

–        El modelo de descuento de los beneficios futuros esperados para las compañías del S&P 500 aplicando para ese descuento el tipo del Treasury a 10 años al 4% (ahora en el 4,2%), sugiere una sobrevaloración del mencionado índice bursátil superior al 20%.

–        Si el tipo de interés del bono americano a 10 años cayera al 3,2% y los beneficios crecieran cerca del doble sobre lo que ahora espera el mercado, la valoración de la Bolsa en estos momentos sería razonable. Veo probable que lo primero suceda. Lo segundo es mucho más complicado ya que una rentabilidad del treasury al citado nivel iría posiblemente asociada con menores beneficios corporativos.

¿Estamos pues lejos de una valoración razonable del principal mercado de acciones americano? No necesariamente. El conundrum o problema se resolvería favorablemente para el inversor si la Inteligencia Artificial y otros avances tecnológicos impulsaran la productividad de las empresas permitiendo que el crecimiento se mantuviera a tasas elevadas y la inflación controlada, es decir, beneficios al alza y tipos a la baja. ¿Sería ese entorno favorable para las big tech? Sí y mucho. Veremos.

Asesórense bien y sean prudentes.

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