El «alfa» impulsado por eventos

Tomo la frase del título de un reciente análisis de la gestora americana  Neuberger Berman  en el que exponía algunas estrategias de inversión en renta variable en las que las posiciones largas (activos comprados) se equilibran con las posiciones cortas (activos vendidos), aislando el «alfa». Ésta no es sino la rentabilidad que no es proporcionada directamente por el comportamiento de los índices, dejando la menor exposición posible a los altibajos de éstos, es decir, inmunizándose del riesgo de mercado.

Eventos catalizadores de rentabilidad

La producción de determinados eventos en la vida de las empresas puede convertirse en una oportunidad para los inversores especialmente relevante en momentos de elevada volatilidad. Me refiero a su vehiculización a través de la cartera de un fondo de inversión con liquidez diaria de los que se encuadran dentro de la categoría de retorno absoluto. Este estilo de inversión busca  proteger el patrimonio y obtener una rentabilidad estable y diferencial en cualquier entorno de mercado  con una baja correlación con los activos tradicionales (acciones, bonos, monetario), aportando así una diversificación que es siempre bienvenida.

Dentro de este segmento de inversión existen diferentes posibilidades o subtipos de activo y uno de ellos es el denominado Event Driven que engloba aquellos productos que aspiran a beneficiarse de hechos no comunes  que ocurren a compañías de cualquier sector y que son independientes de los movimientos de la renta variable y de la renta fija. Se trata, en definitiva, de aprovechar las  ineficiencias en el precio de los activos, antes o durante el desarrollo de un suceso corporativo, como una bancarrota, una fusión o una adquisición.

Como recuerda la citada Neuberger, el éxito o el fracaso de este tipo de oportunidades de inversión, cuando están bien diseñadas, no depende de si el mercado está subiendo o bajando, sino que estará  en función de que el mercado valore adecuadamente  el valor relativo del catalizador (evento específico) y su reflejo en la cotización de la compañía en cuestión o de que llegue a completarse la adquisición/fusión o acuerdo corporativo que está en la base del evento.

Control de riesgos

El mayor riesgo de la estrategia descrita son las  operaciones que no se culminan  (broken deals), no alcanzando por lo tanto la compañía que va a ser adquirida el precio objetivo acordado y sufriendo en consecuencia una caída en bolsa.

Para mitigar este riesgo es recomendable que los gestores del fondo de inversión en el que se invierta se centren en  operaciones con alto componente estratégico  (mayor fiabilidad por parte del comprador) y hagan un profundo análisis de riesgos, gestión activa de las posiciones y construcción de la posición gradual a medida que la operación se acerca a culminación, minimizando así el posible error. Una cuantificación correcta del valor de las compañías para establecer su valoración en casos de terminación/cancelación de acuerdos y un control de la máxima pérdida potencial ponderando la exposición en función de ello, son los factores determinantes para que el patrimonio del fondo quede siempre protegido.

Buen momento para la estrategia

Visto el  momento del ciclo  en el que nos adentramos dentro con una progresiva desaceleración y a la espera de atisbos de la recuperación, podemos afirmar que estamos, sin duda, ante un enfoque inversor a tener en cuenta si se cree que la economía y el mercado van a seguir cayendo o a tener un comportamiento lateral. 

Los inversores que puedan  identificar buenos equipos de gestión de fondos  con estrategias convincentes que consigan recurrentemente aislar el ruido del mercado y beneficiarse de los movimientos corporativos – los cuales pueden acrecentarse conforme el ciclo toque suelo y se perciba la deseada recuperación – habrán logrado un componente diferencial, para bien, en sus carteras de inversión.

Asesórense bien y sean prudentes.

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