Tecnología: por qué y cómo invertir

Como ha sucedido con otros progresos logrados por el ser humano, cuando se vive un cambio tecnológico de calado, uno no suele ser consciente hasta que lo pone en perspectiva. Creo que buena parte de lo que la tecnología ha cambiado nuestras vidas, puede ya analizarse con suficiente base y los mercados financieros son un buen ejemplo.

La tecnología siempre debe estar presente en las carteras de inversión…

Si preguntamos a los cien mayores gestores de inversiones en el mundo sobre qué sector consideran imprescindible tener en cartera, la respuesta sería el tecnológico con aplastante mayoría.

Observemos este cuadro que aparecía en un reciente informe de la gestora americana Capital Group y que describe la evolución del peso de las mayores empresas de la bolsa estadounidense:

Fuente: MSCI y RIMES. Las 10 principales empresas de los años 1997 y 2007 a 31 diciembre del año correspondiente; las de 2017 a 29 agosto 2017.

El incremento de peso en bolsa de compañías tecnológicas es evidente, superando a los grandes grupos energéticos (el petróleo ya no manda) y financieros (tras Lehman, las cuentas de resultados de los bancos nunca recuperarán la exuberancia que tuvieron).

Como relataba en su informe Capital Group, la economía del conocimiento y el comercio digital dominan el mundo y están dando paso a una nueva generación de empresas globales basadas en la creación de «ideas», como es el caso de Amazon o Alphabet, empresa matriz de Google.

…pero en su justa medida y, como siempre, diversificando

Aditya Khowala, gestor de renta variable de Fidelity, examinaba en su último análisis las perspectivas del sector tecnológico a medio y largo plazo. Citaba a los FAAMG (acrónimo formado por las iniciales de Facebook, Apple, Amazon, Microsoft y Google) como la cabeza más visible del sector y explicaba las razones (entre ellas, es esencial la capacidad de innovación) por las que estos valores lo han hecho tan bien en Bolsa y por qué podrían no ser tan seguros en el futuro como el mercado los percibe en la actualidad.

La primera conclusión es la necesidad de mirar más allá de los citados “megavalores” y buscar los subsectores tecnológicos que deberían de crecer más en el futuro. Entre éstos, destaca el de las infraestructuras tecnológicas: se trata del paso hacia la nube y de la superación de las infraestructuras “in situ”, dejando atrás poco a poco la época de servidores y capas de aplicaciones. El crecimiento de los datos y su seguridad está íntimamente ligado a lo anterior. El desarrollo de este sector se encuentra todavía en una etapa temprana, por lo que la capacidad de crecimiento de algunas compañías en él englobadas es enorme. Y, lógicamente, también lo es su potencial en bolsa.

Consecuencia inversora

La identificación de empresas cotizadas que se benefician de los fenómenos descritos y que apalancan en ellos su crecimiento no es tarea fácil. Además, en esta materia, es especialmente relevante saber separar el grano de la paja y cosechar beneficios en el momento adecuado, pues la creación de burbujas es inherente a industrias de alto crecimiento como lo es la tecnológica.

Por ello, la alternativa que considero más segura para cualquiera que quiera beneficiarse de estas oportunidades de inversión es comprar fondos con acreditada consistencia en los resultados gracias a su capacidad de descubrir sociedades líderes de sectores en auge. No sólo fondos sectoriales puramente tecnológicos (globales como los de Fidelity o T. Rowe Price, o especializados, como los de Pictet, en robótica y seguridad cibernética), sino también fondos de enfoque multisectorial y, a la vez, con vocación de estar presentes en las compañías que saben aprovechar mejor éstas y otras nuevas tendencias del crecimiento global (Capital Group New Perspective Fund, de ámbito global, o Lierde Sicav, centrada en Europa, son dos buenos ejemplos).

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