Qué compro y qué vendo

Nos enfrentamos en estos momentos a un panorama inversor enrevesado y amenazante por un lado y esperanzador y quizás brillante por otro. La obtención de una vacuna y cura eficiente del virus Covid-19 que normalice la vida de las personas y la economía de los países, proceso éste que en todo caso será  largo y lleno de altibajos, se enfrenta a las tensiones geopolíticas ligadas al comercio entre China y EEUU y a la creciente anomalía de unos tipos de interés a cero/negativos que se perpetúan en el tiempo y facilitan la acumulación de insoportables déficits y deuda públicos en países con capacidad de repago cada vez más cuestionable.

Ante todo ello, e independientemente de la advertencia, no por acostumbrada menos necesaria, de invertir siempre en función del nivel de aversión al riesgo de cada uno, lo más razonable podría ser quedarse en  liquidez  y dejar de lado aventuras especulativas. Estoy de acuerdo con lo último pero solo parcialmente con lo primero.

Qué vender (o qué no comprar más)

Dado que el escenario central esperado es que la crisis sanitaria vaya poco a poco perdiendo intensidad y el crecimiento económico recuperándose, los activos financieros que han actuado de refugio durante los pasados meses y que por ello se han revalorizado notablemente no deberían de tener un buen comportamiento en el futuro cercano. Me refiero a los  bonos soberanos  de países desarrollados, EEUU y Alemania especialmente, y a los emitidos por empresas privadas con rating por encima de “A”. Aunque los bajísimos tipos de intervención y la expansión cuantitativa limiten el repunte de los tipos largos, este tipo de Renta Fija tiene ya muy poco que aportar en una cartera (salvo si se produce un rebrote grave en algún país relevante y la saturación de la sanidad obliga a una vuelta al confinamiento, lo que retrasaría la recuperación económica).

Este planteamiento se refuerza si tenemos en cuenta lo declarado por  Powell, Presidente de la Reserva Federal (FED), en la reciente reunión, telemática esta vez, de Jackson Hole: compromiso de la autoridad monetaria estadounidense con el crecimiento y la consecución del pleno empleo así como una mayor permisividad con potenciales repuntes de inflación por encima del 2%, lo que es negativo para Renta Fija como la descrita. Además, las  expectativas de inflación  que se desplomaron al principio de la crisis del coronavirus han ido recuperándose gradualmente como muestra el dato europeo de IPC de julio pasado.

 

Otro activo que ha funcionado y muy bien como refugio ha sido el  Oro  que acumula una revalorización cercana al 30% en lo que llevamos de año. El progreso de su cotización nunca es evidente pues mezcla la volátil y casi impenetrable relación oferta/demanda con su componente de depósito de valor. De ahí que algún retroceso, o al menos una pausa en su positiva evolución, sea probable durante los próximos meses.

Finalmente observamos cómo muchas acciones del  sector tecnológico  han tenido un comportamiento bursátil tan favorable que se ha implantado con fuerza el debate sobre la existencia de una burbuja ligada sobre todo a las grandes compañías y cuya explosión podría arrastrar a muchos componentes del índice. ¿Hasta qué punto el cambio en las rutinas vitales de muchas personas ha incrementado la importancia de las relaciones telemáticas personales y comerciales y justifica la distorsión que supone que 5 empresas (Google, Apple, Facebook, Amazon and Microsoft) capitalicen un 25% del S&P 500 y cuenten con un PER superior a 100 veces como el caso de Amazon? No tengo respuesta a esa pregunta pero sí la convicción de que los excesos en cotizaciones bursátiles no suficientemente apoyados en beneficios son insostenibles en el tiempo y de que en estos momentos aumentar el peso en cartera de ciertas empresas de este sector podría acabar acarreando un disgusto que, como explico a continuación, es prescindible.

Qué comprar (o como mínimo mantener)

El mundo de la Renta Fija es muy amplio y la reducción de los efectos negativos de la pandemia está poco a poco favoreciendo una mejora de los fundamentos de muchas compañías de algunos penalizados sectores industriales así como del sector financiero. Los bancos europeos y americanos siguen mostrando un nivel de solvencia más que aceptable apoyado en la financiación a la que pueden acceder a través de los bancos centrales.

Además, no olvidemos que tanto el BCE como la FED mantienen por ahora los programas de compra de bonos lo que facilita que continúe la progresiva mejora del pecio de este tipo de activo, especialmente castigado en los meses de marzo y abril, y permita aprovechar a  gestores activos  la construcción de carteras de Renta Fija con rentabilidades medias más que aceptables para el actual entorno de tipos oficiales a cero. Finalmente, siendo muy selectivo y aceptando su volatilidad incremental, también existe valor en la  Renta Fija de zonas emergentes y en los bonos de alto rendimiento en EEUU, pues aún tienen margen para reducir diferenciales.

No voy a tratar en la columna de hoy la interminable historia del value vs growth  (valor vs. crecimiento) ya expuesta en diversas ocasiones en este  blog. Sólo recordar el hecho de que muchos inversores han puesto  demasiadas esperanzas en los títulos  growth  que han llevado al mercado a cierta polarización y la historia demuestra que los extremos no duran eternamente ya que la tendencia a la reversión a la media acaba siempre  imponiéndose. Pero siendo eso así, tampoco preveo que la  “gran rotación”  de compañías de crecimiento hacia compañías de valor vaya a producirse en el corto plazo.

Considero que en estos momentos la mejor opción para el inversor en acciones es centrarse en  temáticas aceleradas por la crisis sanitaria  como la transición digital, la automatización y la  robótica (no todo lo considerado “tecnológico” está sobrevalorado) por un lado y los avances médicos (farmacéuticas, terapias genéticas, etc.) y la revolución alimentaria por otro. La rotación se está produciendo hacia esas tendencias más atractivas donde pueden encontrarse compañías con valoraciones bajas y capaces de generar rentabilidad en el plazo. Aquellos inversores más aversos al riesgo cuentan con algunos fondos de inversión que, en la línea descrita, juegan el valor relativo (long/short) entre valores/índices y que están ofreciendo rentabilidades favorables en los últimos ejercicios. La elección de los vehículos de inversión/gestores correctos es aquí esencial, tanto en los fondos regionales y globales como en los temáticos, en los de  allocation  y en los  long/short  citados, dado que la dispersión de rentabilidades es enorme.

No quiero acabar este  post  dejando de lado lo sucedido durante los pasados meses de marzo y abril con el estallido de la crisis y lo útil que fue entonces la liquidez: contar con  cash o asimilables  en cartera nos dará siempre la mejor cobertura posible (su ausencia de retorno es el coste de la seguridad) y una capacidad extra para aprovechar los malos momentos de mercado cuando éstos lleguen y, como sabemos, siempre lo hacen y sin avisar.

Asesórense bien y sean prudentes.

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