Nacionalismo separatista: riesgo real para el mercado

Nacionalismo separatista: riesgo real para el mercado

 

Los tambores del nacionalismo independentista se escuchan cada vez con más fuerza. No sólo en España, también en Reino Unido donde la cercanía del referéndum sobre la independencia de Escocia ha provocado temor en los mercados y ríos de tinta de analistas y gestores ante la pérdida de riqueza y los desequilibrios económicos que pueden generarse en caso de triunfar el “sí” separatista. Me llama poderosamente la atención que en un momento del ciclo económico en que estamos a punto de despegar y superar la indómita crisis que todavía nos asola, haya políticos que enciendan la llama de un nacionalismo que siempre va a restar más que sumar.

 

Reino Unido, legal pero innecesario

 

Lo que está sucediendo en Reino Unido se debe a una apuesta de su primer ministro, David Cameron, de la que pensaba salir reforzado y que finalmente puede traer un caos en muchos ámbitos socioeconómicos y empresariales. En caso de ganar el “sí”, se abriría un proceso de negociaciones lleno de incertidumbres que provocaría inestabilidad en la Unión Europea, en el mercado de divisas y, por supuesto, en los mercados de bonos y acciones.

 

La caída iniciada por la libra contra el euro y, sobre todo, con el dólar estadounidense, profundizaría y la deuda británica sufriría en precio, subiría pues su rentabilidad, encareciendo el coste de financiación del Estado e incrementando el déficit público. La ya anunciada huida de empresas de Escocia y la caída de las inversiones internacionales (varias cotizadas españolas se verían afectadas), provocarían una pérdida de riqueza que podría traer una nueva recesión para la zona.

 

Los últimos sondeos reflejan cierta igualdad que acrecienta el riesgo de un sorpresivo, pero posible, triunfo del “sí” independentista. Por todo lo expuesto, la prudencia aconseja reducir la exposición a libras, bonos, sobre todo públicos, y acciones de compañías inglesas con elevado peso de economía doméstica en su cuenta de resultados (por el contrario, algunas empresas exportadoras saldrían beneficiadas por la caída de la libra). Todo lo anterior está en función del peso relativo de la citada exposición a activos británicos dentro del conjunto de la cartera. No hay que precipitarse tomando decisiones de las que luego nos podamos arrepentir si el mercado no va en esa dirección, sino analizar el riesgo patrimonial en su conjunto y, en función de ello, actuar o no.

 

En España el caso es distinto, para peor

 

Lo es porque el conflicto político y social creado, además de dañino para la economía, siembra una cizaña cuyo arraigo es muy difícil de cortar. Entiendo la postura del Gobierno de España de querer impedir el referéndum en Cataluña. Independientemente de la siempre loable conveniencia de conocer la voluntad de la gente y de los nulos efectos jurídicos de una consulta ilegal, el peligro de resquebrajamiento del Estado y de menoscabo de la imagen de unidad y solvencia del Reino de España y de sus Comunidades Autónomas, comportan un riesgo de deterioro inasumible que, de producirse, costaría mucho reparar. Máxime en un momento en que nuestra prima de riesgo se ha reducido notablemente y que, después de cerca de tres años, varias Comunidades Autónomas están logrando volver a financiarse en los mercados. Estamos poniendo en riesgo buena parte del camino recorrido en la recuperación. La irresponsabilidad de muchos políticos no tiene límite pues la parte más negativa de sus decisiones no la sufren ellos, sino sus administrados.

 

No voy a entrar aquí en disquisiciones políticas. Los fenómenos nacionalistas acostumbran a basarse en la utilización de los más débiles por parte de políticos y dirigentes en la sombra que ambicionan mantenerse siempre en el poder y que alimentan el clientelismo y su enriquecimiento personal pues en ellos se apoya en buena medida su gestión. No creo que el caso catalán sea una excepción. El balance para España de una escisión de parte de su territorio es muy negativo pero superable, para la región separatista y sus gentes, sería desolador. Esperemos que imperen el sentido común y el pragmatismo. Aún se está a tiempo.

 

Efectos y posible contagio

 

Un “sí” a la independencia en Escocia tendría los ya citados efectos negativos para la libra inglesa y para activos en ella denominados. También, al menos en el corto plazo, para las inversiones de riesgo en general de la Eurozona. Se verían beneficiados los activos refugio (bono alemán por excelencia) y saldrían como grandes perdedoras las empresas europeas con mayor exposición a Reino Unido. ¿Y la deuda española? Creo que el mercado comenzaría a descontar la escalada de fenómenos independentistas en España (Cataluña y País Vasco para empezar), lo que debilitaría nuestra imagen de solvencia y capacidad de repago cara al exterior. De no frenarse a tiempo, la prima de riesgo volvería a ampliarse, bajaría el precio de los bonos españoles y nuestro coste de financiación aumentaría. Mucho de lo hecho para la salida de la crisis en España podría quedar dañado.

 

Aunque nuestra partida está aquí, también estamos jugando en el Reino Unido. No obstante, aseguremos que la nuestra la ganamos. Por si acaso, estén vigilantes y actúen sobre los activos que pueden verse más afectados por los fenómenos descritos. Las decisiones de protección de una cartera no se toman por lo previsible, sino por lo inesperado.

 

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