La menor liquidez típica del mes de agosto que ahora comienza, ligada al bajo volumen negociado propio de un período vacacional, crea ineficiencias que en muchas ocasiones se traducen en bruscos movimientos bajistas. Así ha sucedido en los veranos de 2011 y 2015, por citar los dos últimos períodos estivales con fuertes caídas y momentos de pánico (en agosto de 2015 los índices asiáticos se desplomaban llevando al Dow Jones en una sesión a abrir cayendo más de 1.000 puntos). ¿Es razonable bajar el peso de Bolsa este mes de agosto o el riesgo del market timing es excesivo? La respuesta a esta pregunta depende del enfoque de gestión del patrimonio, como explico a continuación.
Reducción táctica
Se denomina market timing a la técnica consistente en entrar y salir del mercado (entendiendo por éste uno ligado a activos de riesgo como acciones o divisas) en función de la evolución esperada de las cotizaciones. Su efectividad acostumbra a ser limitada y, como estilo de gestión, cuenta cada vez con menos seguidores, lo que es normal por lo que explico a continuación. Los datos son contundentes:
- Un inversor que hubiera invertido 1.000 euros en el índice MSCI Europe cuando se introdujo el euro el 31 de diciembre de 1998 habría generado 250 euros a final de 2016.
- En cambio, si este inversor hubiera estado fuera del mercado durante los 10 mejores días de la bolsa en ese mismo período, sólo habría conseguido 023 euros.
- Si ampliamos los días en los no se ha estado invertido en el índice hasta los 40 mejores días del período, no sólo no ganaría sino que su inversión habría caído hasta valer tan solo 324 euros.
Conclusión: una reducción táctica o puntual del peso de la renta variable de una cartera puede provocar efectos muy adversos en la rentabilidad acumulada al cabo del tiempo y ocasionar, en definitiva, errores de gestión difíciles o imposibles de recuperar en el tiempo.
Reducción estratégica
La visión estratégica de un mercado busca describir lo que sucederá en la evolución del precio de los activos en el medio-largo plazo en función de los indicios que determinarán los eventos macroeconómicos que finalmente sucedan. Howard Marks, financiero estadounidense fundador y máximo responsable de Oaktree Capital Management, actualizaba recientemente uno de sus famosos “memos” publicado inicialmente en mayo de 2005 y titulado Here they go Again (“Aquí vienen de nuevo”). En este análisis se muestran los elementos que caracterizan los momentos de euforia en los mercados y cómo éstos pueden quebrarse rápidamente dando lugar al estallido de una burbuja en el precio de los activos (siempre recuerdo en este blog que las burbujas no son tales hasta que explotan, mientras tanto son tan solo sobrecalentamientos del mercado).
Recuerda Marks en su escrito algunos de los excesos que ya se están produciendo en los mercados como un PER de Shiller (PER ajustado por el ciclo o CAPE) de 25-30 veces para el S&P500 o el hecho de que Argentina haya sido capaz de emitir 2.750 millones de dólares en bonos a 100 años con un interés del 7,9% y, atención, ¡una demanda de casi 10.000 millones! Recordemos que, en el último siglo, Argentina ha dejado de pagar su deuda (default) en cinco ocasiones, la más reciente en 2014.
Estos y otros datos que se exponen en el informe, vienen a poner sobre la mesa los riesgos a que las Bolsas, y otros tipos de activos, se enfrentan en estos momentos en que la complacencia parece que va adueñándose de muchos inversores y gestores de dinero. Si asignamos una elevada probabilidad de cumplimiento a las consecuencias de estos indicadores y creemos que el ciclo económico en EEUU tocará pronto techo, deberíamos reducir el peso de la renta variable y hacerlo de manera estratégica, es decir, previendo fuertes caídas en el corto-medio plazo y esperando volver a invertir e incrementar el peso de los activos de riesgo en cartera cuando el ciclo económico haya avanzado en su ajuste y los precios de los activos hayan experimentado recortes coherentes con el cambio de situación (realmente esos recortes se habrán adelantado al cambio de ciclo, siempre lo hacen).
Las visiones contrapuestas se refuerzan, la cautela debe de imperar
Escribía la pasada semana sobre las visiones contrapuestas que existen para los mercados que, en la práctica, tienen que determinar un posicionamiento inversor. En línea con lo que ahí exponía, no creo que por la llegada de agosto debamos reducir ni táctica ni estratégicamente el peso de renta variable, pues no sería coherente con el favorable entorno económico y financiero actual. Éste ayuda a sostener los elevados múltiplos propios de un ciclo económico que sigue siendo alcista. Además, estimo que el entorno actual de inflación moderada proporciona tiempo para que los Bancos Centrales afronten una lenta pero progresiva salida (menos dañina, por ello, para los mercados) de la expansión cuantitativa de los últimos años.
No obstante, la fase expansiva es ya larga (sobre todo en EEUU) y es probable que no estemos lejos del momento oportuno de desinvertir poco a poco en Bolsa. Acertar con el pico es igual de improbable que invertir al 100% en el valle. Mejor no aspirar a ello sino a intentar conocer bien la tolerancia al riesgo de cada uno, analizar con rigor el posicionamiento actual de la cartera que se posee y, en función de ello y de las previsiones macroeconómicas de nuestra visión de mercado, ir modulando la exposición a los distintos activos y ahora especialmente a la renta variable.