Invertir en bancos: ¿alto riesgo u oportunidad?

El proceso de caída de las cotizaciones que han experimentado los bancos europeos me recuerda a lo sucedido con el estallido de la burbuja tecnológica al comienzo de los 2000. Entonces, no sólo se hundieron las recién surgidas puntocom, también se desplomaron las grandes operadoras de telecomunicaciones y los fabricantes de terminales. La mayoría todavía no se han recuperado y es probable que tarden muchos años en volver a los máximos entonces alcanzados. Algunas, como Nokia, nunca llegarán a los niveles logrados en esa época pues su estructura empresarial y el propio sector han cambiado tanto que lo imposibilitan. Pues bien, creo que algo parecido le ha sucedido a la banca de nuestro entorno, convirtiéndose, además, en una arriesgada inversión. No estoy seguro de si esto es para siempre, aunque, la verdad, soy pesimista.

 

Escenario negativo para la banca

 

En el fondo de todo está el nuevo escenario en que se mueve la economía mundial, débil crecimiento y mucha deuda, que condiciona en gran medida la obtención de beneficios por parte de la banca. Un negocio que se basa en la concesión de crédito a un tipo superior al que se paga para la obtención de fondos, tiene grandes dificultades cuando muchos de los teóricos receptores de créditos no tienen «suficiente cualificación» de solvencia y, a la vez, las diferencias entre el tipo del activo y el del pasivo tienden a ser cada vez menores por el permanente ínfimo nivel de tipos de interés en que nos movemos desde hace tiempo y que, al menos en la Eurozona, vamos a seguir teniendo. No olvidemos que, históricamente, gran parte del pasivo bancario nunca ha estado remunerado y que, en caso de estarlo, ha sido a un tipo muy bajo. Así, antes, entre el 0% que un banco pagaba a un depositante y un Euribor, supongamos, al 2,5%, más un diferencial del 2,5%, la entidad podía obtener un 5% de ganancia en la operación. Hoy, estos márgenes sólo se consiguen en financiación al consumo con operaciones, en general, de bajo importe.

 

Otros factores que determinan negativamente la evolución de los bancos son los siguientes:

 

  • La falta de confianza y de seguridad de gran parte del tejido empresarial que le lleva a no invertir y, por tanto, a no pedir crédito. Esto conduce a la paradoja de que los empresarios a quien los bancos quieren prestar, aquéllos cuyo negocio está funcionando mejor, no desean recibir financiación.
  • La imposibilidad de acometer operaciones de carry trade (financiarse a corto a tipo de interés bajo e invertir a mayor plazo con mayor rentabilidad). Los ingentes beneficios que engrosaban las cuentas de resultados de las entidades gracias a la inversión en deuda pública del dinero prestado al 0% por el BCE, han tocado a su fin por la situación de la curva de tipos de interés en la Eurozona (curva prácticamente plana). Por si faltaba algo, la quantitative easing del BCE, de acuerdo con lo anunciado hace unas semanas, va también a reducir las rentabilidades de la renta fija privada.
  • Un marco regulatorio cada vez más exigente en cuanto al nivel de capital exigido (nivel de solvencia ligado a lo fijado por Basilea III) para llevar a cabo la actividad bancaria y nuevas limitaciones para la realización de actividades que se salen del ámbito de la banca tradicional y que otrora fueron enormemente rentables (mercados financieros y banca de inversión).

 

Buena parte de lo anterior se ha implementado tras analizar las causas que provocaron la caída del banco estadounidense Lehman Brothers y la ulterior debacle financiera mundial. No obstante, los límites entre la libertad de actuación empresarial y la necesidad de evitar un riesgo sistémico son bastante difusos. De ahí que las quejas hacia los reguladores provenientes del sector financiero hayan ido en aumento conforme el marco de actuación bancaria se iba volviendo más encorsetado y severo.

 

España y su particular viacrucis inmobiliario

 

En España, se esperaba mucho de la liberación de provisiones conforme se recuperara el sector inmobiliario, pero los hechos han demostrado que la limpia, al menos en la mayoría de entidades españolas, todavía no ha acabado. Acostumbro a insistir en que la gran diferencia entre los efectos de la crisis subprime en el mundo anglosajón y lo sucedido en el caso de España, se encuentra básicamente en la distinta forma de valorar los activos tóxicos. En el Reino Unido y en EEUU, así como en varios países de la Europa continental, una vez reconocida la situación de quiebra de la mayoría de emisiones subprime, la valoración que se dio a los bonos ligados a ellas fue contundente: pasaron a valer cero en el balance y se provisionaron al 100% las pérdidas.

 

En España, no fue así. Nuestra subprime particular no eran emisiones financieras, sino inmuebles que estaban en el balance de las entidades, bien porque éstas habían participado en su promoción, o bien porque se los iban quedando conforme quebraban sus propietarios y dejaban de pagar sus préstamos. Como dicen tantos intervinientes del sector inmobiliario, “un inmueble, sea un suelo o una vivienda, siempre valdrá algo…”. De ahí que valorarlo a cero en el balance de un banco parecía una apostasía financiera inasumible.

 

Así las cosas, la resistencia y lentitud de los directivos bancarios para reducir el valor de los inmuebles en cartera han ido a la par a su deseo de mantener en negro una cuenta de resultados que cada vez perdía más ingresos. Como ejemplo de lo descrito, no hay más que leer el reciente análisis publicado por N+1 sobre banca española en el que citaba el caso del Banco Popular para el que, partiendo de una media del sector del 50% provisionado, cuantificaba un déficit de provisiones de 3.800 millones de euros (más de dos tercios de su capitalización bursátil).

 

Por si todo esto fuera poco, la incertidumbre actual en la formación de un Gobierno para la Nación aumenta la desconfianza de inversores, empresarios y consumidores, y un damnificado directo de todo ello es la banca. La finalización del proceso de concentración comenzado hace unos años también depende de que la situación política se normalice.

 

Draghi al rescate, esta vez de los bancos

 

El Presidente del BCE no sólo ha salvado al Euro. Ahora, acude en socorro de la banca nutriendo su cuenta de resultados. No es de extrañar que las sufridas cotizaciones de los bancos sobrerreaccionaran al alza cuando anunció que en las operaciones de financiación a la banca denominadas LTRO que comenzarán en junio, se aplicará un tipo de interés de refinanciación tan bajo como el  tipo de depósito, lo que supondrá abonar intereses a la banca privada por tomar dinero prestado para inyectar crédito en la economía real. Como escribía un analista de UBS: the ECB has turned fantasy into fact” (“el BCE ha convertido la fantasía en realidad”)

 

No obstante, el mismo analista también indicaba que la efectividad de la citada medida hay que valorarla con precaución, pues las anteriores operaciones de financiación de este tipo no habían lograron su objetivo de incrementar el crédito por parte de la banca hacia la economía real. En todo caso, no deja de ser una buena muestra de la voluntad de Draghi de cuidar las cuentas de resultados y balances bancarios y deja abierta la puerta a nuevas decisiones igual de poco ortodoxas que la tomada.

 

Escaso favor de analistas

 

El servicio de análisis de la citada entidad UBS, comenzaba hace pocos días la cobertura de la banca española. En un interesante primer análisis tras un tiempo sin examinar al sector en España, admitía que la mayoría de los bancos cotizaban a múltiplos muy bajos, para luego exponer sus problemas en la obtención de rentabilidad debidos a varias de las causas que citaba al principio de este post. Especificaba algunas de las amenazas del sector en España, como la desaparición de los suelos de las hipotecas y el peso de la deuda soberana en sus balances, recordaba la necesidad de valoraciones más realistas en muchos balances y se mostraba poco propicio a recomendar la compra de bancos españoles en bolsa (sólo Sabadell y Bankia eran considerados, a los precios actuales, como activos a comprar). No es tanto un problema de solvencia, considera UBS, como de ausencia de vías de para lograr incrementar su rentabilidad. En general, el mundo del análisis y de la gestión de fondos de inversión, se manifiesta poco amigo de tomar hoy posiciones en banca española.

 

Retos por delante

 

Expansión.com publicaba este pasado fin de semana unas declaraciones de Jaime Caruana, director general del Banco de Pagos Internacionales, en las que resumía la realidad del sector bancario: «los bancos aún no han recuperado plenamente la confianza de los mercados y del público. Por ello, pese al progreso logrado en los últimos años, a los bancos les queda mucho por hacer». El que fuera durante seis años gobernador del Banco de España, recordaba la importancia de que el sector bancario mejorara su rentabilidad sobre recursos propios (ROE) a partir de un aumento en el retorno de sus activos, del control de costes y de avances en los servicios al cliente, y no a través de mayor apalancamiento. Ponía de nuevo sobre la mesa el exceso de capacidad existente, talón de Aquiles, además de los inmuebles en balance, de la banca española. Concluía recordando que, pese a los avances en la Unión Bancaria europea, aún faltaba mucho por hacer en temas ligados a la supervisión, a la seguridad del depositante (fondo europeo de garantía de depósitos) y a la correcta ponderación por riesgo de los activos de las entidades (citaba la ponderación por riesgo cero de buena parte de la deuda soberana, lo que es contrario a los principios de la regulación de Basilea).

 

Creo que es un buen resumen de un sector que sigue viviendo tiempos revueltos y al que el inversor debe acercarse, como mínimo, extremando la prudencia. Mucho me temo que tardarán en llegar tiempos mejores.

 

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