Inflación y BCE: ¿harán bajar las bolsas?

El dato de inflación de la Eurozona en febrero pasado fue del 2% (interanual), su nivel más elevado desde 2013. En Alemania, el mismo dato ha sido del 2,2%. En España, hemos visto cómo el IPC mensual subía por sexto mes consecutivo manteniendo en el 3% la tasa interanual. Hace un año escaso, la inflación en Europa estaba en terreno negativo. La política monetaria ultra laxa del Banco Central Europeo (BCE) se pone cada vez más en entredicho por parte de los ortodoxos alemanes. Un giro prematuro de la autoridad monetaria europea endureciendo su política de tipos de interés sería muy mal aceptado por los mercados, tanto de bonos como de acciones. ¿Hay motivos para el nerviosismo?

La dinámica deflacionista se ha roto

No creo que estemos ante un fuerte salto en los niveles de IPC en Europa pero sí considero que se ha producido una ruptura en la dinámica deflacionista que tanto ha obsesionado a nuestros banqueros centrales y que tan negativas consecuencias comporta para la deuda de los Estados. Ésta es, como sabemos, el principal problema al que se enfrentan las economías de los países desarrollados (creciente ratio de deuda sobre PIB) y la mayor amenaza que sigue cerniéndose sobre el crecimiento del PIB y sobre el propio sistema capitalista. De ahí que, la vuelta de la inflación, tradicional herramienta contra la deuda, se trate realmente de una bendición para nuestra economía.

Los precios de la energía están detrás del repunte

Además, la subida del indicador se debe en buena medida al efecto base creado por la volatilidad de los precios de la energía. El aparente control de la cotización del crudo en el rango 50 – 60 dólares es, por ello, tranquilizador.

La tendencia de fondo no es inflacionista

Como apuntaba un reciente análisis de la gestora de Groupama, las presiones sobre la inflación subyacente (sin energía ni alimentos frescos) siguen siendo moderadas y se mantiene estable en niveles del 0,9% interanual.

FED versus BCE

Creo que, a diferencia de la Reserva Federal (FED) que se encuentra ante un serio dilema, el BCE lo tiene mucho más fácil. Si la FED mantiene su fidelidad a la curva de Phillips, que manifiesta la relación inversa existente entre la tasa de desempleo y la tasa de inflación, debería subir los tipos de intervención en su próxima reunión a mediados de marzo. Ello podría poner en riesgo el ya famoso reflation trade (aumento de la demanda apoyado en una reducción de impuestos que potencia la actividad económica y el empleo) de las políticas del nuevo Presidente Trump. De hecho, en la década de los 60 del pasado siglo, las subidas de tipos ligadas a la política de control de la inflación originaron una contracción en la economía estadounidense, incrementando el desempleo. Además, por otro lado, una intensificación de la subida del Dólar, presumible consecuencia si la FED se muestra agresiva en la revisión de su política monetaria, podría provocar un proceso de desapalancamiento en Asia que penalizaría el crecimiento de la economía global.

Por el contrario, el BCE está en disposición de «vender» una obligada política de tipos a cero durante bastante tiempo. La debilidad del crecimiento europeo unida a la reconducción, aplazada sine die, del peso de la deuda de los Estados, obliga a extremar la prudencia a la hora de llevar a cabo revisiones de los tipos de interés. No espero pues sorpresas en la reunión del próximo jueves 9 de marzo más allá de mantener la ya anunciada ralentización en las compras de bonos en mercado abierto que, a partir de abril de este año, serán de 60.000 millones de euros mensuales en lugar de los 80.000 actuales. La continuidad de esta política monetaria acomodaticia por parte del BCE y su lenta normalización conforme los datos de crecimiento del PIB europeo y la reducción de los riesgos políticos (elecciones en Holanda y Francia en los próximos meses), determinan el escenario más probable, el cual es bueno para las bolsas.

Detrás de la curva

En estos momentos, la Eurozona tiene que gestionar suficientes riesgos como para afrontar un cambio precipitado en la política monetaria. En el actual estado de cosas, creo que es preferible estar algo detrás de la curva (al albur de los acontecimientos) que volver a bordear el precipicio de los defaults y la recesión. Como escribía hace unas semanas Maurizio Novelli, gestor de Lemanik Global Strategy Fund, «sería especialmente absurdo declarar una estrategia contra la inflación después de años luchando contra el riesgo de deflación». Las bolsas agradecerán con subidas esta prudencia de la autoridad monetaria; los precios de los bonos, por su parte, proseguirán, de manera algo errática, su camino bajista.