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Las bolsas en manos de los chinos

La relevancia de China en el comercio mundial, ergo en el crecimiento de las principales economías occidentales, y la gestión de sus ingentes reservas de divisas con las que compra bonos americanos y europeos, convierte la salud de la economía china en una de las principales variables que determinan la evolución de los mercados financieros. Tan sencillo y tan complicado al mismo tiempo.

El riesgo está en los garantizados

A muchos empleados de banca en España les gustaría poder un día dar rienda suelta a su sinceridad cara a los clientes y decirles: “no suscriba este producto, quizás no pierda dinero pero seguramente no le reporte nada; lo vendemos porque las comisiones que el banco percibe son muy elevadas y porque si cumplimos el objetivo comercial tendremos un bonus a final de año”.

¿Vendo bolsa y bonos españoles?

Los no residentes tienden a reducir y vender posiciones en activos financieros sin mucha reflexión, sin esperar a que llegue un analista enviado por un dirigente político para explicarles que realmente no está pasando nada, que la situación, aparentemente tensa, está bajo control, y que las encuestas en España nunca aciertan. Que entidades extranjeras como JP Morgan, Merril Lynch, Barclays, Coface, etc., focalicen sus análisis en el riesgo que muestra España por su fragmentación política y por la inacción de los partidos tradicionales, es una puerta de entrada abierta a la volatilidad en nuestros mercados. El diario americano The Wall Street Journal equipara a Podemos con el griego Syriza, partido político que encabeza también las encuestas de opinión en Grecia, país que está ahora en puertas del tercer rescate. El cóctel Cataluña/corrupción/Podemos nos puede salir muy amargo.

¿Nos llevará la corrupción a otra recesión?

Los casos de corrupción, los disparates del nacionalismo irracional y los populismos basados en utopías interesadas, nos están llevando a un escenario de tensión extrema en el que se está poniendo en riesgo gran parte de lo que hemos construido durante los últimos trimestres. El hecho de que un dirigente político utilice, como acaba de suceder, un argumento de negociación política consistente en la posibilidad de llevar a España a una situación de default o impago de su deuda, es un síntoma inequívoco de que podemos volver a estar de nuevo y muy pronto al borde del precipicio. Ello supondría tirar por la borda el mínimo bienestar que muchas personas han logrado gracias a su sacrificio. No debemos aceptarlo. Nos jugamos mucho, más de lo que con frecuencia creemos. No me resisto a incluir en este post unas líneas más de Todo lo que era sólido, obra que debería estar en la mesilla de noche de todos los políticos españoles.