El presidente Trump, cual Lawrence de Arabia octogenario, ha emprendido un viaje (en avión, eso sí), su primero internacional en el nuevo mandato, por varios países árabes y hasta ahora muestra un balance bastante positivo:
- En Catar anunció un acuerdo de 200.000 millones de dólares para la compra de hasta 210 aviones del fabricante estadounidense Boeing. Además, antes de su viaje, Trump también anunció su intención de aceptar el regalo de un avión de Catar para su uso como Air Force One, que es lo que más ha distraído a políticos y medios de comunicación americanos causando un revuelo importante sin saber siquiera la mayoría de ellos dónde se encontraba el emirato. Así es América.
- Trump ha aprovechado para reunirse con el nuevo presidente sirio que lideró el derrocamiento del régimen de Asad y comunicó su intención de levantar las sanciones contra Siria, en línea con el acercamiento hecho hace unos días por el francés Macron.
- Además, se han firmado varios acuerdos económicos y de defensa con Arabia Saudita profundizando en las relaciones comerciales bilaterales: multimillonaria inversión del Reino saudí de 600.000 millones USD que se puede ampliar a un billón de dólares en los próximos meses incluyendo acuerdos de infraestructura de inteligencia artificial (IA) con gigantes tecnológicos estadounidenses, provocando que las acciones de muchas compañías ligadas a la IA se dispararan. Por su parte, EEUU se ha comprometido, entre otras cosas, a vender armas al país árabe. Cada uno a lo suyo.
Hay que reconocer la habilidad de Trump en este tipo de diplomacia: en lugar de pactos militares o valores democráticos, prioriza el comercio y los intereses económicos de su país. Prescinde del disfraz buenista, muy típico de España y de Europa en general, y centra sus acciones diplomáticas en la negociación de sus intereses comerciales nacionales y empresariales.
Lo anterior supone a veces descuidar la seguridad para obtener beneficios comerciales, así como anteponer los acuerdos a corto plazo sobre la estabilidad a largo plazo, alejándose de los aliados tradicionales e incluso fortaleciendo a regímenes problemáticos. No importa, para él hay un bien superior que es impulsar la creación de empleo y el crecimiento económico, así como colaborar con más socios, sin hablar de ideologías. Su relación con Putin en el marco del conflicto con Ucrania que tanto ha sorprendido a la opinión pública en EEUU, como es normal, es un caso similar en el que igualmente prioriza los resultados tangibles sobre los principios y la prosperidad sobre la ideología.
Además, subyacen en todo lo anterior los intereses del influyente lobby israelí (los saudíes impulsaron en su día los Acuerdos de Abraham con Israel para conseguir la estabilidad en la zona y una Siria que controle el extremismo islamista suma mucho a los israelíes) y, qué duda cabe, también los intereses de las grandes empresas armamentísticas, tecnológicas y financieras estadounidenses. De hecho, Trump estuvo acompañado en el viaje de varios líderes empresariales de EEUU con Elon Musk a la cabeza junto a los máximos dirigentes de OpenAI, BlackRock y Blackstone. Aquí también, cada uno a lo suyo.
Excesos en las Bolsas y caídas en los bonos
Todo lo explicado, qué duda cabe, tiende a favorecer la estabilidad y a los mercados de riesgo, especialmente a las Bolsas. Éstas también se han visto especialmente beneficiadas por el acuerdo comercial, tregua táctica más bien, entre EEUU y China.
El acuerdo entre EEUU y China significa asimismo que es mucho menos probable que Trump continúe implementando políticas comerciales tan agresivas y disruptivas como se preveía hace unas semanas. Se esperan igualmente acuerdos comerciales con Japón, Corea del Sur, India y, en última instancia, con la UE, contemplando como ha sucedido con el Reino Unido, aranceles sectoriales en lugar de genéricos que son más negativos pues lastran el comercio de todo tipo de productos.
Así las cosas, en estos momentos, el riesgo de recesión, aunque sigue siendo mayor que a principios de año, es significativamente menor que hace unas semanas gracias al citado acuerdo. La reanudación del comercio, la menor incertidumbre global y unas condiciones de mercado más estables implican que el daño de la guerra comercial será menor de lo previsto.
Por todo ello, el optimismo ha vuelto a las Bolsas y, aunque hay que reconocer que las negociaciones comerciales aumentan las deprimidas perspectivas de crecimiento plasmadas en las últimas previsiones del FMI, podríamos estar ante una sobrerreacción de los mercados de acciones y una excesiva penalización de los precios en el mercado de bonos. Veremos.