Ni siquiera Don Ramón del Valle Inclán hubiera podido imaginar grotescos en sus novelas y ensayos hechos más que los que están acaeciendo en nuestro país durante las últimas semanas.
Una consulta pública sobre una OPA, hecho insólito, casi inverosímil
Como cuenta Oscar Giménez, el Ministerio de Economía ha abierto la consulta pública para opinar sobre la operación que lidera BBVA. Hasta el 16 de mayo se pueden enviar respuestas, todas las que se quiera, parecido a votar en Eurovisión pero todavía con menos efecto pues la consulta no es vinculante.
Antes del estallido de la crisis financiera de 2008, en España operaban más de 60 entidades bancarias, además de otras tantas cajas rurales. Se creó el FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria) para dirigir precisamente la reestructuración del sector con una amplia plantilla de técnicos y funcionarios (aun así se les escapó el B. Popular que luego tuvieron que “apañar” con Santander). Al final del proceso, el número de entidades españolas de nuestro sector financiero se había reducido a menos de un tercio. Pues bien, a lo largo de ese periodo, arduo y extenso, a nadie se le ocurrió plantear algo parecido a la consulta pública citada, hecho que no contempla ni la normativa de OPAs ni la propia del Mercado de Valores (se trata de empresas cotizadas).
Más allá del ridículo internacional que entraña tal despropósito de encuesta (les aseguro que colegas europeos del sector me decían que no tenía ni gracia como broma), lo que ahora el Gobierno de España ha ideado se opone frontalmente a la realidad de una economía de libre de mercado como, al menos en teoría, es la española, y nos obliga a preguntarnos sobre los intereses espurios (cesiones al nacionalismo que da sus votos al Gobierno en el Congreso, por ejemplo) que están detrás de esta necia e incoherente situación.
El objetivo de una sociedad anónima es crear riqueza para sus accionistas. Es obvio que deben ser éstos quienes, a tenor de su interpretación económica de la operación, deben decidir si acuden o no a la oferta de compra de acciones que ha propuesto, en este caso, el BBVA. Sin condicionantes ni limitaciones y, si posible, bien asesorados. En función de ello, la OPA debería avanzar o no. Pro memoria: la operación ya ha sido aprobada por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia. Aun quedan unos días para jugar al Monopoly del Gobierno. Inverosímil pero cierto.
El cinismo de los políticos y la realidad de la economía
Así titulaba hace unos meses una columna sobre el fallido cambio de la conocida como Ley de alquileres. Citaba también ahí la reactivación del debate sobre la reducción de la jornada laboral, cuestión que periódicamente salta a la vida política española, y también recordaba la inagotable capacidad de los políticos para hacer promesas económicamente poco realistas, ignorando el principio fundamental de que en economía nada es gratis, excepto, en apariencia para ellos, el sueldo de los políticos.
No voy a enumerar aquí la cantidad de consecuencias negativas que una reducción de la jornada laboral puede entrañar para el tejido empresarial español nutrido de pymes, el más afectado por una medida como la comentada, y la consecuente pérdida de productividad y de empleos, tan bien explicado en esta columna de EC. Simplemente, recordar que no se trata solo de teoría económica, sino que está en juego la realidad de una economía que a lo que debería de verdad a aspirar es al bienestar de los ciudadanos: trabajar menos horas sin que ello implique perder salario y manteniendo la productividad de la empresa pagadora, es pura ficción económica propia de un régimen comunista de los tiempos de los planes quinquenales soviéticos.
El disparate todavía no se ha aprobado, créanlo, debido al famoso apagón, que gloso a continuación. Resulta que estaba previsto que la aprobación se produjera en el mes de abril pero el apagón sufrido el 28 de abril obligó a posponer el Consejo de Ministros y ahora la aprobación definitiva no será inmediata ya que el proyecto de ley debe superar su paso por las Cortes. Parece que este paso no es evidente porque, al igual de lo que ocurre con la OPA sobre el B. Sabadell, el nacionalismo de derechas de Junts puede querer frenar la aprobación de esta norma. El esperpento va a más.
Apagando la verdad
La obsesión de nuestros gobernantes por que el fenómeno de las energías renovables salga airoso del lamentable suceso de pérdida de suministro de electricidad y desastre energético subsiguiente sucedido hace dos semanas, no hace sino incrementar las sospechas sobre quiénes han sido los culpables, involuntarios, se entiende, del caos producido.
Subyace en todo ello la gestión interesada del pool energético en España, la venta permanente de “lo verde” como la única solución válida para frenar el controvertido cambio climático, el arrinconamiento político obsesivo y sin argumentos técnicos de la energía nuclear (la energía con menor huella de carbono a la que muchos demonizan como el lema de los 80’s “nucleares no”, solo faltan las camisetas) y, por supuesto, los ingentes intereses económicos y financieros que desde su creación han estado en la base del crecimiento de las energías renovables en España. Realmente, el desarrollo de éstas, bien guiado y arbitrado con independencia, no puede ser más beneficioso para cualquier economía que no base su riqueza en la venta de gas y petróleo como sucede con Rusia y Arabia.
No sé acabar mejor esta columna sobre el esperpento en que vive nuestro país que citando el reciente post de Fernando del Pino Calvo Sotelo sobre el apagón: “Además del fiasco de las energías renovables y de la incompetencia gubernamental, el apagón ha puesto de manifiesto el preocupante estado de postración en que se encuentra nuestro país”. Amén.