Los ataques aéreos israelíes contra Irán han hecho subir drásticamente los precios del petróleo y postergan el buen momento de las Bolsas. O al menos, eso parece.
Los mercados antes de los ataques
En balance, últimamente estamos conociendo buenos datos macro en EEUU, especialmente los datos de empleo que siguen reflejando una resiliencia sorprendente y un dato de inflación subyacente del mes de mayo por debajo de lo esperado a pesar de las expectativas generalizadas de que los aranceles impulsarían los precios al alza.
Los riesgos de una guerra comercial están reduciéndose gracias al progreso en las conversaciones entre EEUU y China hacia un acuerdo preliminar, lo que está reduciendo la incertidumbre del mercado.
Las políticas de la administración Trump están girando hacia iniciativas que deberían impulsar el crecimiento: desregulación, incentivos fiscales, inyecciones de liquidez del Tesoro.
En definitiva, con todo ello, el sentimiento del mercado mejorando y la confianza, quizás con cierto componente de complacencia, habían vuelto.
Y tras los ataques
Israel le ha denominado operación ‘Rising Lion’ contra Irán. Comenzó el pasado jueves cuando Israel inició una serie de ataques aéreos sobre Irán, centrados en instalaciones nucleares y centros militares y científicos del programa atómico y matando al jefe de la Guardia Revolucionaria Islámica, Hossein Salami.
La reacción de Irán no se ha hecho esperar y se ha confirmado el lanzamiento de más de 100 drones contra intereses israelíes, además de declaraciones del líder supremo Jamenei (Irán es una teocracia con un líder con un poder que se considera ejercido directamente por Dios) prometiendo una respuesta «severa» e incluyendo a EEUU como culpable aunque su secretario de Estado negaba tal implicación. El cruce de ataques entre Israel e Irán se sucede.
Aunque Israel no ha atacado directamente infraestructuras petroleras iraníes, el protagonista en los mercados el pasado viernes fue el petróleo con subidas de en torno al +9%. También lo es el gas natural europeo en máximos desde el pasado abril ante el riesgo de una posible disrupción del tránsito de barcos de gas natural licuado (GNL) desde Qatar a través del estrecho de Ormuz (más del 20% del comercio global de GNL lo atraviesan).
Es evidente que, aunque la cotización del petróleo se haya estabilizado, los países de la OPEP son los más beneficiados por el repunte de precios, máxime teniendo en cuenta que acababan de anunciar un aumento de producción.
En cambio, los activos de riesgo, Bolsas a la cabeza, son los perjudicados a medida que pesan más las preocupaciones geopolíticas, al menos por ahora. Se considera, con razón, por parte de muchos analistas e inversores que un encarecimiento sostenido del petróleo sería desfavorable para las empresas (mayor coste energético) y complicaría las políticas monetarias expansivas de los bancos centrales. No obstante, hasta el momento, el efectivo negativo en las Bolsas está siendo pasajero y veremos si se queda en eso o presenciamos más sesiones de fuertes ventas.
¿Y ahora qué?
En el corto plazo, va a depender del desarrollo de la guerra ya abierta entre Israel e Irán. Mientras Irán no cierre el Estrecho de Ormuz, la situación podría ser gestionable. El resto de la OPEP estará encantada de producir más para compensar la producción de crudo iraní (3,3 millones de barriles/día). En todo caso, los recientes conflictos entre Irán e Israel han sido relativamente efímeros y podríamos estar de nuevo en una situación similar.
Esta semana tiene lugar en Canadá la reunión del G7, simposio inútil donde los haya pero que esta vez puede tener algo de relevancia por el contexto bélico en el que se mueve el mundo. Además de lo que sucede en Oriente Medio, Rusia y Ucrania siguen con su guerra y, de hecho, Zelenski ha sido invitado junto con los presidentes de varios países no miembros (India, Brasil, Sudáfrica, México, Ucrania, Australia y Corea del Sur, y el secretario general de la OTAN). Veremos.
Para acabar, un consejo a navegantes bursátiles que no por repetido pierde su relevancia: visto el buen fondo que todavía mantiene la economía global: mejor no intentar manejar el tiempo del mercado entrando/saliendo de activos de riesgo sin causa fundamental. Como recordaba el banco suizo Sarasin en un reciente informe, «es difícil desafiar la narrativa del mercado» y comprar activos de riesgo cuando la incertidumbre aumenta, como en estos momentos, e incluye la conocida estadística de qué sucede en la valoración de una cartera si el inversor pierde los 10 ó 50 mejores días de mercado: una cartera de 100 dólares invertida en acciones en Bolsa americana desde 1990 valdría hoy 1.237 dólares si se hubieran reinvertido los dividendos cobrados y de haberse perdido los 10 mejores días del mercado, el valor de la cartera valdría menos de la mitad y estaría en rentabilidad negativa en caso de perderse los 50 mejores días. No digo más.