Cuando los mercados financieros están, al menos teóricamente, en calma, como sucede en estos momentos, existe siempre una creciente distancia entre lo que se dice y lo que realmente ocurre.
Mercado bursátil alcista
Un mercado bursátil alcista centrado en las acciones de alto potencial de crecimiento y gran capitalización.
Lo que ha ocurrido las pasadas semanas veraniegas en la economía global apenas justifica un comportamiento tan favorable de los mercados, especialmente de los de acciones. Si bien éstos, como indico en el antetítulo, han sido impulsados fundamentalmente por las megatech americanas que, en general, han publicado buenos resultados.
Efectivamente, el sector tecnológico estadounidense continúa liderando el crecimiento de los beneficios (los del segundo trimestre superaron las expectativas) y la inversión, lo que ha favorecido la subida de cotizaciones en el sector. Además, la debilidad del Dólar y la sólida posición de caja neta de estas grandes compañías respaldan su crecimiento futuro. De hecho, si excluimos las empresas tecnológicas de gran capitalización, los beneficios del índice S&P 500 se estarían estancando.
Mucho se habla de nuevos máximos en los índices pero, realmente, este mercado alcista no se refleja en el indicador estadounidense que pondera igualmente todas las acciones (a diferencia de un índice ponderado por capitalización bursátil como el citado S&P 500 donde las big tech tienen en la actualidad un gran impacto). ¿Adelanta esto una ralentización de la economía en EEUU? Lo comento en el siguiente punto.
Débiles datos macroeconómicos en EEUU
Lo explicado para la economía y mercados americanos está sucediendo a pesar de los débiles datos sobre el empleo y el sector servicios y con una industria manufacturera de capa caída. Según JP Morgan, la producción industrial mundial estuvo prácticamente paralizada en junio pasado y las previsiones sugieren que este crecimiento semiplano continuará durante la segunda mitad de 2025 con una economía global lastrada por el impacto de los nuevos aranceles de Trump.
De hecho, aunque existan indicios que lleven a pensar lo contrario, todavía no hemos visto hasta qué punto las tasas al comercio internacional impuestas por Trump van a reducir el crecimiento global.
La inflación sigue preocupando a los bancos centrales
Al menos a la Reserva Federal (Fed), cuyo presidente mantiene la resistencia a las presiones de Trump para que baje los tipos de interés a pesar de poner en riesgo su puesto. Los últimos datos de inflación en EEUU no fueron malos: el IPC general se mantiene en 2,7% (vs 2,8% esperado) y la inflación subyacente fue del 3,1% desde el 2,9% previo. La inflación repunta, pero no tanto como temía el mercado, si bien aquí tampoco están aún reflejados totalmente los efectos del proceso arancelario.
De cualquier manera, estas referencias de precios podrían permitir a la Fed dar prioridad al enfriamiento en el mercado laboral y retomar la senda de recortes de tipos en el mes de septiembre, lo que satisfaría a un Trump aparentemente preocupado por una deuda sobre PIB del 125% y creciendo y por un déficit publico del 6,3% sobre PIB cuando los ingresos por aranceles anunciados ¡cubren menos de una décima parte del déficit fiscal! Alguien debería explicar al presidente americano que unos tipos oficiales más bajos no comportan automáticamente un abaratamiento del coste de tu deuda y que incluso pueden acarrear el efecto contrario.
En Europa, dada la debilidad de nuestro crecimiento, los riesgos inflacionistas son mucho más bajos, máxime tras el acuerdo comercial con EEUU, aunque éste siga ofreciendo dudas de las que, con su inconsciencia habitual, nuestros políticos alardean. Éstos se preocupan más de poner obstáculos al acuerdo entre Rusia y Ucrania que del hecho de que el crecimiento cero de la economía del Euro no esté lejos. No en vano, el BCE se plantea ulteriores bajadas de tipos para la última parte del año (serían la quinta y sexta rebajas en el ejercicio actual). Veremos.
Alguien debería explicar a Trump que unos tipos más bajos no comportan automáticamente un abaratamiento del coste de tu deuda
Tanto la evolución de nuestra economía como la de nuestra Bolsa están a la cabeza en Europa pero…
Siendo lo anterior cierto, lo peor que podemos hacer es presumir de ello. La pérdida de credibilidad como país para la inversión internacional sigue creciendo. En estos momentos, si sumamos lo anterior a un peso de deuda de más del 100% sobre PIB y a una posición neta de inversión internacional del -45% del PIB, todo ello podría hacer revertir la aparente buena tendencia de nuestra economía y de nuestra Bolsa.
De ello escribía hace algo más de dos meses y, por ahora, se están cumpliendo la mayoría de previsiones. Falta, claro, la del cambio de Gobierno, lo que traería sin duda nuevos máximos a nuestro mercado apoyados, entre otros factores, en un cambio a mejor del sentimiento empresarial que debería de reimpulsar nuestra economía doméstica.
PD para amantes de la especulación veraniega: prácticamente todos los indicadores técnicos apuntan a una sobrecompra del S&P 500, cuya caída arrastraría a otros mercados, con un VIX que apunta «máxima avaricia».