Muchos analistas creen que el imperio de Elon Musk se está resquebrajando bajo la presión del propio… Elon Musk. Éste da vueltas este verano sobre qué hacer con su compañía bandera, Tesla, insignia del fenómeno del coche eléctrico en el mundo.
Mal comportamiento en Bolsa, menores ventas e ingresos y búsqueda de soluciones. Observando la evolución en Bolsa de las grandes tecnológicas estadounidenses en el presente 2025, Tesla es la compañía con peor comportamiento. Se veía venir dado que ese modelo de negocio ofrece cada vez más dudas por diversos factores que comento más adelante. Hay que tener en cuenta que Tesla es la única compañía global que se dedica únicamente al coche eléctrico y que, si bien el conglomerado empresarial de Musk está formado por diversas empresas de diferentes sectores (redes sociales, inteligencia artificial, exploración espacial, etc.), parece que la líder del vehículo impulsado con baterías no sabe/no puede incrementar sus ingresos.
El fabricante americano es en la actualidad un símbolo que muchos venden como el adalid de un cambio irreversible, sobre todo aquellos que pregonan la prohibición del coche del coche de combustión interna (la UE ha prohibido la venta de coches de gasolina o diésel a partir del año 2035 con la salvedad de la todavía carísima «gasolina sintética»). Veremos qué postura adopta la Comisión Europea conforme se acerque la citada fecha en caso de que el vehículo eléctrico no haya solucionado sus actuales deficiencias, a saber: insuficiente autonomía de las baterías para viajes largos, reducida vida media de éstas, cuestiones medioambientales problemáticas en su fabricación y en el tratamiento de las baterías antiguas, etc.
Hace unos días, recordaba la agencia de noticias Bloomberg cómo Musk comenzó su etapa en la segunda administración Trump tan cerca de la cima del mundo como cualquier multimillonario pueda estarlo. Se nombró a sí mismo jefe del llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental, se burló de los funcionarios públicos y recortó los fondos destinados a los bancos de alimentos. En marzo asistió a una reunión del Gabinete con un sombrero en el que se leía: «¡Trump tenía razón en todo!». Tremendo episodio para luego salir tarifando de la Administración Trump.
El entusiasmo inicial complació a Trump, pero la grandilocuencia de Musk también le costó muy cara. Musk entró en la política como un empresario muy admirado. Un año después, las encuestas reflejan el hundimiento en su popularidad y también la de Trump quien, además, va a enfrentarse a las elecciones mid term de 2026 con ésta bajo mínimos. El despropósito llega al punto que algunos propietarios de vehículos Tesla han puesto pegatinas anti-Musk en los parachoques traseros de sus coches eléctricos. El «american way of life» no siempre beneficia a todos los empresarios por mucho que su presencia mediática busque lograr lo contrario.
De hecho, en el último trimestre Tesla informó que había entregado un 13 % menos de vehículos que hace un año, con ingresos reduciéndose un -12% y las acciones de Tesla cayendo más de un -30% desde que alcanzaron su máximo tras las elecciones. El giro en la normativa sobre vehículos eléctricos impulsado por el presidente americano que modifica tanto la regulación de créditos ligados al sector como las subvenciones de 7.500 dólares por coche eléctrico, sumado a las tensiones comerciales entre China y la Administración Trump, tampoco han ayudado y han menguado notablemente la antaño fortaleza financiera de la compañía.
Para intentar superar el bache, más bien socavón, Tesla está preparando una «versión barata» de su modelo más vendido, el Model Y, que comenzará a fabricarse entre agosto y septiembre. Se reafirma así el mensaje de la compañía de ofrecer precios más asequibles en algunos modelos, si bien la competencia de otras marcas es cada vez más voraz en un mercado al que le cuesta progresar sin subvenciones y al que lastran los elevados costes de investigación y la falta de eficiencia de las baterías, elemento clave para el potencial éxito del coche eléctrico.
¿Y el sector?
El sector no levanta cabeza ni en ventas ni en cotizaciones bursátiles. La tensión tarifaria trumpista le está afectando especialmente y las dudas expresadas más arriba sobre el vehículo eléctrico son crecientes. De hecho, creo que el caso de Tesla es un buen ejemplo de la imposibilidad del coche eléctrico como única alternativa a los vehículos con motor de combustión interna, destrozando el mito de que el futuro de la movilidad pertenece exclusivamente a los coches eléctricos.
No en vano, es creciente el número de analistas del sector de la automoción que ponen en duda el carácter «100% verde» del vehículo eléctrico y su consideración como la solución de la contaminación del planeta. Además, una migración masiva del parque automovilístico privado hacia el coche eléctrico reduciría el CO2 atmosférico de forma muy limitada debido a que la fabricación de coches eléctricos es muy intensiva en uso de CO2, más que la de coches de combustión, tanto por las baterías como por su mayor uso de acero y aluminio. Por no hablar del incremento de la demanda de electricidad, generada, entre otras fuentes, ¡por energías fósiles!
Intenso verano le queda todavía a Elon Musk para sacar la cabeza de debajo del agua de una piscina que ha llenado él mismo. Lo seguiremos con la misma intensidad.
PD de aviso a especuladores de todo tipo. Algunos analistas denominan a Tesla el Bitcoin de las Bolsas, buscando realzar así su teórico atractivo inversor. Me parece una paradoja provocativa: Tesla cotiza a unas 150 veces las ganancias del próximo año y con beneficios disminuyendo. Mal aspecto. El bitcoin, por su parte, como no tiene flujos de caja, no tiene PER pero su cotización sigue subiendo y parece, sólo parece, no tiene techo, hasta que, como siempre sucede, se choque con él. Recuerden que no puedes controlar el mercado, pero sí puedes controlar cómo inviertes.