LA CLAVE ESTÁ EN EL DÓLAR

El nuevo año ha traído aires favorables para las bolsas. Veremos lo que duran. Como decía hace dos semanas en la primera parte de mis previsiones para 2017, este ejercicio, con un crecimiento económico global previsto moderado en términos históricos pero superior al de 2016, debería de ser bueno para casi todas las bolsas. La evolución de los beneficios de las empresas, las actuaciones de los bancos centrales y los diversos factores geopolíticos determinarán, como siempre, el devenir de los mercados. Pero, además, sobre todo ello, creo que hay un elemento que será decisivo en los próximos meses: lo que suceda a la cotización del Dólar (USD).

La elección de Trump ha sido el detonante

No hay duda de que el catalizador de la fuerte subida del USD contra el EUR en el último trimestre de 2016 ha sido la victoria del magnate Trump en las elecciones presidenciales en EEUU. En el gráfico que aparece a continuación se aprecia muy bien cómo, tras un año manteniéndose el EUR/USD en el rango 1,10 – 1,12, el movimiento de apreciación comenzaba el pasado noviembre.

Fuente: investing.com

Las promesas de incremento de gasto e inversiones del nuevo Presidente y sus eventuales efectos inflacionistas alientan la creencia en una Reserva Federal más rápida y contundente en subir los tipos de interés y ello impulsa al alza a la divisa.

¿Por qué el Dólar es tan importante para la evolución de los mercados?

La cotización de la divisa estadounidense afecta directamente a la deuda de casi todos los países del mundo e influye de manera esencial en los flujos del comercio internacional. Para que el ciclo económico global logre el impulso esperado en 2017, el Dólar no debería seguir apreciándose: además de encarecer para todos los Estados la deuda emitida en USD, excepto, lógicamente, la propia de Estados Unidos, un Dólar fuerte no es compatible con la recuperación del precio de las materias primas (correlación histórica inversa entre estos dos activos) y ello está en la base del crecimiento de muchas economías emergentes. Las divisas de éstas tienden a sufrir durante períodos de fuerte apreciación del Dólar, lo que empobrece a esos países. Esta negativa consecuencia se multiplica por el efecto restrictivo que un Dólar fuerte ejerce en el ciclo de crédito global.

En Europa, las secuelas inflacionistas de un precio del petróleo más alto y un Dólar caro podrían obligar al Banco Central Europeo (BCE ) a recoger sus velas expansionistas antes de tiempo, lo que penalizaría la estabilidad de la Eurozona ya que positivizaría rápidamente la curva de tipos de interés del Euro y podría rescatar el fantasma de la crisis de Deuda del 2012 de infauso recuerdo para todos los europeos y especialmente para los españoles.

¿Por qué creo que la cotización del Dólar va a debilitarse?

La principal razón para que no veamos un Dólar que siga revalorizándose sobre los niveles ya alcanzados es que el propio Estados Unidos es el menos interesado en que eso ocurra. Un cambio como el citado en la orientación de la política monetaria americana, unido a un Dólar apreciándose, dañaría los fundamentos económicos estadounidenses y provocaría la vuelta del fantasma de la recesión. Ni a la competitividad de su economía (negativo efecto en su balanza de pagos) ni al precio del petróleo (su mantenimiento en el entorno de 50 USD es fundamental para la industria del shale), les viene bien un Dólar más fuerte. En general, las grandes compañías estadounidenses, especialmente las tecnológicas, no desean un Dólar fuerte. Debo aquí recordar que Estados Unidos siempre ha sabido como nadie manejar el tempo de su divisa velando por sus intereses financieros y empresariales y creo que así lo seguirá haciendo.

Además, como recordaba UBS en su informe de previsiones para 2017, la Reserva Federal se plantea la posibilidad de consentir una “economía bajo fuerte presión”, es decir, con una inflación superior al objetivo, para impulsar el crecimiento del empleo. Los analistas de UBS prevén que el EUR se aprecie frente al USD en los próximos meses y que se sitúe en el rango 1,15-1,20 a final de 2017.

Luego, hay que mirar a las zonas emergentes, especialmente a China. Muchos países podrían tener problemas para atender sus compromisos de deuda si la divisa americana se revaloriza en exceso. Un Yuan acumulando una mayor depreciación contra el Dólar no es beneficioso ni para China y su hiperapalancada economía ni para Occidente (importamos la temida deflación).

Finalmente, a lo largo de 2017, el BCE va a reducir su su programa de expansión cuantitativa (QE), lo que impulsará las rentabilidades en euros y hará más atractivos los activos emitidos en esta divisa, forzando así su apreciación.

Los mercados (casi) siempre sobrerreaccionan

Si hay un mercado que por excelencia tiende a sobrerreaccionar ante noticias de todo tipo, no sólo financeras, es el de divisas. Su extrema liquidez y globalización lo facilitan. Así ha sucedido, a mi juicio, con el Dólar en los últimos meses. Todavía no conocemos las medidas fiscales y de inversión en general que pretende implementar la nueva Administración americana y menos todavía sabemos sobre el alcance de los efectos de tales políticas.

Como señalaba hace unos días Niall Gallagher, Director de Inversiones de la gestora GAM, los mercados (de acciones, de bonos, de materias primas y de divisas) han anticipado y amplificado en exceso la magnitud de los estimulos fiscales en EEUU, lo que podría agrandar el hueco existente entre los precios de muchos activos y la economía real. Es decir, mejor actuar con prudencia, comprar renta variable en los retrocesos, que los habrá, y, en cuanto al dólar, ir haciendo caja de la exposición que se mantenga o, en su caso, cubrirla.