¿Qué pasó con la inflación?

La teoría económica y la experiencia nos dicen que cuanto más crece la economía, mayor es la inflación que se genera. Una dinámica que daba lugar a subidas importantes de los tipos de interés pero que ahora, tras la última crisis, parece haberse roto.

En EEUU la economía ha crecido un 2,5% desde 2010. Algo que ha hecho que la tasa de paro pasase del 9% en 2009, a menos del 4% actual, tal y como muestra el gráfico.

Un fenómeno que se ha replicado en el resto del mundo, pese a que en los últimos años esa relación parece haber desaparecido.

Además, este ciclo de crecimiento en el que nos encontramos ha venido de la mano de tipos de interés nominales especialmente bajos, e incluso negativos. Algo que ha dado lugar a compras masivas de renta fija por parte de los bancos centrales en su afán por bajar los tipos de interés para incentivar el flujo de crédito, favoreciendo así la inversión y el consumo.

Y aún con esta situación, estudiosos, inversores y hasta los banqueros centrales se pregunta qué hay de diferente esta vez y por qué ocurre lo que está ocurriendo.

Nadie da con la respuesta pero sí con varios factores que afectan sobre el nivel de precios que han estado y siguen estando presentes:

– La globalización que genera que los bienes y servicios baratos fluyan cada vez más de los productores más baratos (China) hacia los países más avanzados.
– Sindicatos más débiles que no consiguen subidas salariales sensibles para sus representados.
– Innovaciones tecnológicas que mejoran la productividad y fomentan la des-intermediación.
– Una caída sustancial de las materias primas en su conjunto que afecta de forma directa a la baja a la inflación general e, indirectamente, a la inflación subyacente.
– Un inflación fuerte de activos. Es decir, una escalada de precios en los bienes no de consumo: activos inmobiliarios, deuda pública, acciones …

Todos estos factores son fuerzas des-inflacionistas de carácter estructural la mayoría de ellas. Pero, ¿son suficientes para contrarrestar el aumento de la demanda agregada? Es difícil saberlo aunque, potencialmente, sí podría ser así.

Con este panorama, los banqueros centrales tienen que decidir si deben o no poner en marcha medidas monetarias más restrictivas como reducir la compra de activos o subir los tipos, incluso de manera agresiva. Pero sin tocar la inflación, ya que es el objetivo primordial de los bancos centrales.

Sea como sea, estamos en un momento clave en el que hay que decantarse hacia la deflación o, por el contrario, hacia la tan deseada tensión en los precios. Pero lo que sí que parece improbable es que se mantenga el equilibrio actual de tipos reales negativos y precios subiendo apenas por encima del 1%.

Con todo esto, parece que los bancos centrales apenas subirán los tipos de interés mientras esperan datos más concretos sobre la inflación para ser más agresivos. Aunque puede que cuando los datos lleguen ya sea demasiado tarde para actuar.

Por nuestra parte, en iCapital seguimos teniendo una visión positiva en relación a la salud de la economía mundial, dentro de lo que se ha dado en llamar “nueva normal” (crecimiento bajo sin inflación). Eso sí, recordando que el ciclo expansivo actual terminará algún día a causa de, en nuestra opinión, una crisis económica en China o un movimiento brusco de la inflación en uno u otro sentido.