¿Han caído para siempre los BRIC?

Me llamó poderosamente la atención cuando, en la primavera de 2013, la empresa financiera estadounidense Goldman Sachs (GS) anunció la retirada del que entonces era su presidente, el inglés Jim O’Neill, quien pasaba a dedicarse al análisis y asesoramiento financieros fuera del mundo de la banca de inversión. Aunque todavía me ha parecido más sorprendente el cierre por parte de GS de su fondo destinado a la inversión en los BRICS, acrónimo que describe los principales países emergentes del mundo.

 

¿Qué son los BRICS?

 

EN 2001, cuando era el economista jefe de GS, O’Neill acuñó el término BRIC para definir al grupo formado por las mayores economías emergentes que ejercían cada vez una mayor influencia en el desarrollo económico mundial: Brasil, Rusia, India y China. El enorme potencial económico de Sudáfrica, ayudada por la desaparición del régimen de apartheid, facilitó que este país africano se uniera al grupo BRIC en 2011, pasando éste a denominarse BRICS. El desarrollo financiero de la idea fue en paralelo al incremento del PIB de estos países y su repercusión en el mundo de la gestión de inversiones ha ido a más conforme el proceso de globalización de economías y sociedades se aceleraba.

 

¿Han perdido su interés para los inversores?

 

Son muchos los que, al conocer la desaparición del fondo de inversión de GS, verdadero buque insignia de la inversión en países emergentes, se han planteado si los BRICS como activo financiero estaban agotados. A mi juicio, un grupo de países cuyas economías tienen todavía mucho potencial de crecimiento, que cuentan con territorios tan inmensos, especialmente populosos y con una descomunal abundancia de recursos naturales, nunca pueden perder su atractivo para los inversores. No obstante, si observamos ahora las economías BRICS, vemos más sombras que luces.

 

La gran diferencia entre los países desarrollados y aquéllos que no lo son radica precisamente en la capacidad de estos últimos para lograr niveles de crecimiento muy superiores la media mundial, de ahí su denominación como emergentes. Su situación, desde una perspectiva puramente económica, es envidiable: la mayoría de sus habitantes parten de niveles de vida muy bajos, el potencial crecimiento del consumo doméstico es elevadísimo, muchas de sus infraestructuras más necesarias están todavía por hacer y su presencia en el comercio internacional, ligada en parte a sus bajos costes de producción (salarios, casi siempre, insignificantes) y en parte a la riqueza en materias primas, es creciente. Todo esto, en general, continúa sucediendo en el grupo de los BRICS. ¿Qué ha ocurrido entonces para que su inmejorable perspectiva haya decaído?

 

Las causas de su “bloqueo económico”

 

Aunque, para este análisis, cada uno de los países componentes de los BRICS debe ser considerado de manera independiente, podemos afirmar que el concepto como tal, como mínimo, ha interrumpido su ascenso. Me pareció muy significativo que, en una reciente reunión de los presidentes de los cinco países BRICS, las conclusiones difundidas tras el encuentro fueron críticas a la «politización de las relaciones económicas», a las «sanciones económicas unilaterales» y a la falta de avances en la reforma del FMI al que consideran, sin duda con razón, dominado por las potencias occidentales.

 

Lo anterior puede ser comprensible. Pero me parece inaceptable que ni siquiera se apuntaran algunos de los problemas que más acucian a estos países. Me refiero especialmente a la corrupción y a la ausencia de verdaderas reformas estructurales dirigidas a la liberalización de sus sectores económicos de mayor peso. Una ineficiente estructura productiva junto con la falta de asignación eficiente de recursos están en la base de las actuales dificultades a las que se enfrenta el crecimiento del PIB de los BRICS. La escasa igualación social de la población es otra asignatura pendiente que está causando la pérdida de vigor y atractivo económicos de estas zonas del mundo.

 

¿Es razonable invertir ahora en los BRICS?

 

Como tantas veces he escrito en este blog, las economías van por un lado y los mercados por otro, aunque en el largo plazo tiendan a confluir. La situación actual de muchas zonas emergentes del mundo, incluidos, con algunas matizaciones, los BRICS, es un buen ejemplo de esta máxima. De hecho, los mercados de renta variable emergente globalmente considerados, pese a su mayor crecimiento económico, han tenido peor comportamiento en los últimos cinco años que las bolsas de los países desarrollados, como ya sucediera en el período de 1997 a 2001. Y, probablemente, así continuará durante el próximo año.

 

Al menos, ésta es la visión de los analistas del banco UBS especializados en mercados emergentes, quienes ven demasiados factores penalizadores para la recuperación en el corto plazo de las bolsas emergentes: el desapalancamiento de algunas economías no ha avanzado lo suficiente, el comercio internacional sigue debilitándose, la inevitable ralentización del crecimiento chino lastra los precios de las materias primas, la presión de un dólar fuerte (especialmente tras la inminente confirmación de la subida de tipos por la FED) no ayuda a la recuperación de las commodities y, para culminar los inconvenientes, las divisas locales pueden todavía experimentar ulteriores retrocesos tras los ya sufridos en este año por la citada debilidad del precio de las materias primas y por la también mencionada revisión al alza de los tipos de interés estadounidenses.

 

Pese a todo, una conclusión esperanzada y algún asset class para aprovechar

 

Se creía que un buen número de países emergentes estaban protagonizando un fenómeno similar al de la España de los 70 y 80’s. Y, en parte, así está siendo. Sin embargo, aunque los BRICS y otras zonas emergentes tengan mucho a su favor, las corruptelas de sus clases políticas dirigentes y la pobreza educativa de muchos de sus habitantes, obstaculizan la estabilidad en el desarrollo de sus economías. A pesar de todo ello, su capacidad de crecimiento en un mundo globalizado debería de sobresalir ad futurum y, eligiendo bien y acertando en el timing, tendrían que consolidarse de nuevo como activos favorables para la inversión financiera.

 

De hecho, tras las fuertes caídas de 2015, podríamos estar ya ante algunas oportunidades de inversión claramente aprovechables siempre que la aversión al riesgo del inversor así lo permita. Lo consultaba hace unos días con la responsable en España de la gestora Aberdeen, grupo financiero escocés que cuenta con un nivel de expertise diferencial en esta materia, quien exponía el atractivo inversor de la renta fija emergente (mejor, por ahora, en divisa fuerte que en local), a la que consideraba como el activo más barato y con mayor potencial en estos momentos. A diferencia de otros activos, en este tipo de inversión, la subida de tipos por parte de la FED puede marcar el comienzo de su recuperación.

 

De la misma manera, la directiva de Aberdeen valoraba como propicia la inversión en renta variable india, pues consideraba demasiado simplista centrar el foco de los BRICS y del resto de emergentes solamente en lo que ocurre en China. Observaba que India parte de una base tan baja que su potencial es enorme: en los años 80, el PIB per cápita tanto de China como de India era de 80 dólares y hoy es de 1.500 dólares en India frente a los 7.500 dólares en China.

 

Los BRICS han perdido, como propuesta única, parte de su brillo, pero esto no debe de hacernos olvidar que, analizando con criterio e invirtiendo con el preciso cuidado, siguen siendo una valiosa fuente de oportunidades de inversión.

 

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