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El dividendo en especie, ¿el nuevo timo de la estampita?

Entre disgustos y sinsabores bursátiles llega a las bolsas otra temporada de pago de dividendosy con la española a la cabeza. Es en este mercado donde, debido a su mal comportamiento en términos relativos (y, tristemente, absolutos también), podemos encontrar algunas de las mejores rentabilidades por dividendo, a veces incluso de dos dígitos. Y es igualmente aquí, en España, donde se ha generalizado la práctica del dividendo en acciones (en inglés scrip dividend oscrip issue) consistente en reemplazar el pago en dinero por la entrega de títulos .Su aparente bondad encierra un problema técnico y una ilusión financiera: si la retribución al accionista se produce mediante la entrega gratuita de nuevas acciones de la empresa que reparte, en función del mecanismo que ésta utilice, se trata de un dividendo económicamente ficticio. Ha habido algún lector de este blog que ha solicitado una aclaración sobre esta cuestión, lo que no me extraña pues es muy engañosa, y en las siguientes líneas intentaré dársela. Espero al menos que con ello se reduzca el número de accionistas que eligen esta fórmula de retribución cuando una empresa cotizada les da posibilidad de optar por dinero o acciones.

¿Cómo se instrumenta el dividendo en especie?

Existen dos vías para implementar el scrip dividend: por un lado, una ampliación de capitalque se distribuye entre los propietarios de las acciones en proporción al número de acciones poseídas y que se materializa, en una primera fase, con la entrega de derechos de suscripción; por otro, repartir acciones con cargo a la autocartera de la compañía que previamente las ha comprado en mercado. Este último sistema enriquece al accionista pues le da derecho a un porcentaje mayor del pastel de la empresa. Por el contrario, con la ampliación de capital y la entrega de acciones, a lo único que puede aspirar el accionista es a mantener el porcentaje de su participación sobre el capital pero, atención, sobre el mismo pastel.

Cuando una sociedad cotizada decide pagar su dividendo en forma de acciones, normalmente da la opción a sus accionistas para que elijan la fórmula que deseen: recibir más títulos, vender sus derechos de suscripción a la propia entidad emisora a un precio prefijado o vender sus derechos en Bolsa al precio o cotización que tengan en ese momento; estas dos últimas opciones suponen una dilución de la participación del accionista en el capital de la sociedad.

¿Por qué hacen esto las empresas?

Porque requiere un menor esfuerzo financiero ya que su caja no se reduce y se incrementa la capitalización de la empresa y el fortalecimiento de su balance. Además, el pago en especie tiene en España un tratamiento fiscal privilegiado pues, a diferencia del pago en metálico, existe un diferimiento en la tributación hasta el momento en que se vendan las acciones.

¿Entonces, por qué puede suponer un engaño al accionista? Por algo tan sencillo como queampliar capital y remunerar al accionista son conceptos opuestos que se repelen. Con frecuencia las empresas lo venden como la mejor opción posible y aplican la perversa práctica de quien calla otorga: si el accionista no dice nada, le endosan las acciones. Es decir, para recibir el efectivo debe indicarse expresamente que se prefiere esa alternativa y muchas veces mediante un tedioso procedimiento.

El concepto de dilución del beneficio

Cuando una empresa lleva a cabo una ampliación de capital y entrega acciones sin nada a cambio (ampliación liberada), siempre se produce una dilución del beneficio por acción, es decir, a cada acción le corresponde una porción menor de los resultados. Cosa bien distinta son las ampliaciones en las que se solicita dinero a los accionistas a cambio de las acciones. En este caso,no habrá dilución si la compañía consigue  invertir el dinero recibido en algo que le genere un nivel de rentabilidad superior al porcentaje que supone la ampliación sobre el capital preexistente. En definitiva, de lo que se trata es de incrementar la rentabilidad de los accionistas y no simplemente aumentar el tamaño de la empresa.

Conclusión

No creo que las empresas deban siempre distribuir dividendos sobre todas las cosas. Es, por ejemplo, el caso de varios bancos españoles que ya he explicado en este blog. En una sociedad mercantil, lo principal para sus propietarios es la continuidad de la compañía con crecimiento de beneficios. De ahí que pueda ser conveniente no pagar dividendos durante un tiempo para fortalecer el balance o, a la inversa, distribuir dividendos extraordinarios a sus accionistas cuando los gestores de la empresa no saben qué hacer con su tesorería. Lo que no es de recibo es intentar hacer creer a los accionistas que se les da algo que tiene un valor, es decir, que se les retribuye en base al derecho al dividendo que tienen como accionistas, cuando lo que realmente se hace es entregarles papelitos que no incrementan su riqueza. Ésta, el trocito que les corresponde de la empresa, se mantiene invariable. Eso sí, tienen más papelitos. Si pueden optar, no lo duden, cojan el dinero.