Cuando Trump escuchó a Alierta

El concepto «neutralidad de la red» está íntimamente ligado a la existencia de Internet y su defensa se ha convertido para muchos en estandarte de la libertad que la Red de redes debería siempre amparar. El Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha solicitado a Ajit Pai, máximo responsable de la institución que regula las telecomunicaciones en EEUU (la Federal Communications Commission o FCC), una propuesta para avanzar en la aprobación de una norma que acabe con el citado principio de neutralidad de la red. Parece que Trump ha escuchado al que fuera hasta hace pocos meses Presidente de Telefónica, César Alierta.

La neutralidad de la red

La neutralidad de la red es un principio que establece que todo el tráfico que existe en Internet debe ser tratado por igual. Los proveedores de servicios de Internet y los gobiernos que lo regulan no pueden privilegiar determinados datos que transitan por la Red discriminando a otros o cobrando al usuario de manera diferente según el contenido, procedencia, plataforma o aplicación que utilice. Barack Obama fue el gran adalid de esta idea de tratamiento igualitario en el acceso a Internet y logró que se aprobara por la FCC una normativa en su defensa, regulación que ahora podría ser derogada.

Lo que decía Alierta

Siendo presidente de Telefónica, Alierta cargó contra la neutralidad de la red en numerosas ocasiones. Consideraba a ese principio como algo obsoleto que estaba llevando a una falta de inversiones en nuevas redes y que ignoraba toda la cadena de valor de Internet. Subyacía en la queja del aragonés el hecho de que las grandes compañías que operan sólo por internet -Google, Yahoo, Amazon, entre otras – utilizaban de manera gratuita las infraestructuras de los proveedores de Internet, Telefonica en este caso, que son quienes instalan y mantienen las redes. Además, servicios claramente competidores con Telefónica, como las llamadas de voz por IP, Skype o la mensajería instantánea tipo WhatsApp, cuentan con un soporte tecnológico sin asumir coste alguno.

¿Podría la nueva regulación suponer un cambio en la estructura de ingresos de las operadoras?

Es pronto para decirlo. Es evidente que, si el próximo mes de diciembre se aprueba finalmente este cambio legal sobre neutralidad de la red, los grandes ganadores del cambio serán los proveedores de Internet (en EEUU, AT&T, Verizon o Comcast). Todos ellos experimentarán un notable aumento de su poder en el acceso a contenidos de Internet, aunque está por ver cómo lo utilizarán. En función de ello, los perdedores del nuevo marco legal podrían ser los usuarios de Internet y los consumidores en general, ya que es muy probable que tengan que pagar más por acceder a determinados contenidos o llevar a cabo ciertas transacciones en la Red.

Se abre un elemento de incertidumbre para compañías de muchos sectores, especialmente aquéllas dependientes al 100% de Internet como Netflix en el sector de entretenimiento, en caso de que los operadores puedan primar contenidos de sus filiales en detrimento de competidores, estableciendo un peaje en forma de mayor coste para el acceso a éstos por los usuarios. Igualmente, los gigantes tecnológicos, como Apple, Google y Facebook, podrían verse obligados por el legislador a implicarse en el mantenimiento y mejora de las infraestructuras, demanda histórica de los proveedores de Internet, lo que podría acabar favoreciendo a los usuarios. Habrá que esperar para conocer la regulación final y lo analizaremos en su momento.

Las bolsas todavía no han prestado atención

Las principales compañías americanas potencialmente afectadas por el cambio normativo descrito en este post no han tenido recientemente movimientos significativos en Bolsa. En todo caso, el balance para algunas de ellas acabará siendo ventajoso con respecto a la situación actual. En Europa, veremos cómo se encaja la nueva reglamentación estadounidense. Quizás sea el punto de partida para que la Comisión Europea comience a hacer caso a Alierta, como parece que sí se lo ha hecho Trump, y afronte la modificación de una normativa que ha quedado anticuada en el cambiante entorno digital actual y que es, probablemente, injusta.