Cambiar o morir

Se cierra un año realmente apasionante. Cuando empezábamos el 2017 hacíamos cálculos de todas las citas electorales que podían dar paso a gobiernos de corte populista y nos preguntábamos como iba a ser el arranque de la era Trump. También dudábamos de si seríamos capaces de manejar una economía inundada de deuda.

Termina el año y vemos que seguimos aquí y que ninguna mina ha estallado bajo nuestros pies. De hecho nos encontramos ante uno de los momentos más dulces de los últimos años, con prácticamente todas las economías en procesos de crecimiento y sin aparentes grandes desequilibrios que puedan lastrar el avance del ciclo.

Hemos visto desaparecer un buque insignia del sistema financiero español como el Popular. Sinceramente pensamos que es una pérdida muy valiosa para el conjunto de la economía española, pero sin duda también es el precio que debemos pagar por mantener el sistema capitalista que nos ha traído hasta aquí, avanzando, mejorando, repartiendo más y mejor, pero en el que al igual que en la evolución de las especies, los grandes errores y la no adaptación se pagan con la extinción.

Nuestras preocupaciones se centran ahora en intentar entender como la aceleración del desarrollo tecnológico va a afectar a nuestra sociedad. Realmente esta es una constante histórica. Los grandes cambios afectan a la economía y por ende a la sociedad. Y claramente estamos en el arranque de unos de esos grandes cambios, positivos en el largo plazo, pero que aplastan a los que no se adaptan a ellos. La única constante que define el cambio es la aceleración del cambio. Espero que esta vez estemos mejor preparados.