INVERTIR EN 2017: 10 PREGUNTAS Y RESPUESTAS (I)

Acaba un año de enormes dificultades para los mercados financieros. La mayoría de ellas han sido superadas por el ímpetu comprador de los inversores, aunque no sin sorpresas en varias ocasiones (Brexit y Trump como destacados). Financieramente hablando, el año que comienza en unos días tiene mucho mejor aspecto que el que acaba. Pero, ¿para qué activos? 

  1. ¿Qué hacer con las inversiones en renta variable?

El año 2017 debería de ser un buen año para casi todas las bolsas con un crecimiento económico global previsto moderado en términos históricos pero superior al de 2016. Se espera un mantenimiento de la solidez económica de Estados Unidos, Europa, absorbiendo el Brexit, mejorará ligeramente, Japón de nuevo una incógnita pero con la inercia favorable del último trimestre de 2016 y las principales zonas emergentes al alza (Rusia y China superan la recesión). La mayor incógnita, como ha sucedido en estos últimos años, es la capacidad de China para mantener el ritmo de su economía.

Así las cosas, en principio, estamos ante un ejercicio en el que hay que tener renta variable en cartera si se quiere obtener cierta rentabilidad. La política fiscal expansiva agresiva de apoyo al crecimiento favorecerá a este tipo de activo.
No obstante, el positivo rush final de 2016 en los mercados de acciones puede llevar a cierto agotamiento comprador en los próximos meses, sobre todo en EEUU. De ahí que, para evitar disgustos, mejor sobreponderar algunos sectores y compañías teóricamente más baratos por haber sido castigados en exceso durante 2016 (utilities, farmacia y consumo básico pueden verse favorecidos por cierta rotación sectorial), así como aquellas compañías con beneficios empresariales subiendo y con atractiva valoración (mayor margen de seguridad ante posibles caídas). La búsqueda de valor en renta variable de países desarrollados va a ser una de las reglas de oro en 2017.

  1. ¿Deben mantenerse las posiciones en renta fija?

La Reserva Federal ha retomado la senda de subidas de tipos de interés. El mercado de bonos ya lo había descontado. Por otro lado, las esperadas políticas fiscales expansivas han llevado a los inversores a descontar escenarios inflacionistas con mayor intensidad y, por ello, las rentabilidades de los bonos han comenzado a subir (sus precios a bajar). No olvidemos que el primer enemigo del precio de un bono es la inflación y ésta, pese a lo que podía creerse, siempre está presente en el pensamiento de los inversores.

La presión alcista de las rentabilidades de la renta fija estadounidense se irá extendiendo al resto del mundo, incluida a la Eurozona y ello a pesar del programa de compra de bonos en mercado abierto del BCE. De hecho, el propio BCE, aunque no quiera hablar de tapering (reducción de estímulos monetarios vía compra de renta fija) y mantenga su visión expansionista, tomó en su última reunión dos decisiones: mantener el ritmo de compras mensuales de activos en 80.000M EUR hasta marzo de 2017, como estaba previsto, pero reducirlo posteriormente hasta 60.000M EUR al mes a partir de abril 2017 y hasta diciembre de 2017. Es muy probable que en el nuevo año veremos cómo la burbuja de los bonos de la Eurozona irá desinflándose poco a poco.

Visto lo anterior, la mayor rentabilidad que la renta fija estadounidense ofrece hoy día sobre la europea se ampliará y ahí, con un timing adecuado y la debida cobertura de divisa, considero que se encuentra una de las pautas para invertir en renta fija en los próximos trimestres. En cambio, con los bonos europeos, deben evitarse las duraciones largas y limitarse a posiciones de corto plazo (protección a pesar de su casi nula rentabilidad). También es preferible eludir los bonos soberanos en favor de los corporativos.

  1. ¿Mantendrá el Dólar su tendencia alcista?

No lo creo. La principal razón para que no veamos un Dólar que siga revalorizándose sobre los niveles ya alcanzados es que el propio Estados Unidos es el menos interesado en que eso ocurra. Un cambio como el descrito en la orientación de la política monetaria americana, unido a un Dólar apreciándose, podría dañar los fundamentos económicos estadounidenses y provocar la vuelta del fantasma de la recesión. Ni a la competitividad de su economía (negativo efecto en su balanza de pagos) ni al precio del petróleo (su mantenimiento en el entorno de 50 USD es fundamental para la industria del shale), les viene bien un Dólar más fuerte. Estados Unidos siempre ha sabido como nadie manejar el tempo de su divisa y así lo seguirá haciendo.

Subida del Dólar contra el Euro en los últimos meses impulsada tras la victoria de Trump.

Fuente: investing.com

Luego, hay que mirar a las zonas emergentes, especialmente a China. Muchos países podrían tener problemas para atender sus compromisos de deuda si la divisa americana se revaloriza en exceso. Un Yuan acumulando una mayor depreciación contra el Dólar (cerca del 6% de caída en lo que va de año) no es beneficioso ni para China y su hiperapalancada economía ni para Occidente (importamos la temida deflación).

  1. ¿Seguirá cayendo el oro?

El riesgo a la baja del oro es ya limitado. Aunque aún muestra una pequeña rentabilidad positiva en 2016, acumula una caída superior al 15% desde máximos anuales. Según el análisis de UBS, parece que se han reducido las posiciones especulativas y su cotización no está lejos del coste marginal de producción. El entorno de incremento de la inflación podría también beneficiarle.

Por todo lo expuesto, 2017 puede ser un año en que incluir en una cartera un activo como el oro puede ser una estrategia de cobertura válida. Considero más favorable hacerlo de manera indirecta, pues desaconsejo a un inversor financiero la adquisición de oro físico, por su iliquidez y las complicaciones y riesgos que normalmente entraña su depósito. Existen fondos de inversión especializados y otros que cuentan recurrentemente con peso de este metal precioso en sus carteras.

El oro y su caída de los últimos meses agravada tras la victoria de Trump.

Fuente: investing.com

  1. ¿Y el petróleo?

Según el análisis de UBS, el mercado energético ha entrado en un nuevo paradigma que hará oscilar la cotización del petróleo entre 50 y 70 dólares a medio plazo. El crecimiento de la demanda será limitado por los avances en eficiencia energética, el auge de las energías renovables, la progresiva realidad del coche eléctrico y la lucha contra el cambio climático. El shale (petróleo y gas) de Estados Unidos, viable y rentable en torno a 50 USD, actuará de ancla para el precio del crudo.

Por ahora, ni Occidente ni muchas zonas emergentes pueden mantener su estabilidad económica con un petróleo demasiado bajo, como se demostró en el comienzo de 2016. Este riesgo, una caída excesiva del precio del crudo, no debería de preocuparnos en el año que está a punto de empezar.

Continuará…